Día 4


Distancia recorrida: 462 millas náuticas
Distancia por recorrer: 1,695 millas náuticas

Antes que nada, gracias a todos los que me han enviado correos electrónicos a d.liano@hotmail.com. Me hace una gran diferencia saber que hay gente siguiéndome y apoyándome desde casa.

Pasé una buena. Mucho mejor que la anterior. Cuando vi que no dormiría más, me preparé un café muy fuerte y comencé con la nueva rutina: descargar correos nuevos y los pronósticos del clima actualizados, llamada a casa por el teléfono satelital y participar en la llamada de radio de onda corta con los demás competidores a las 9:00am. Terminando de reportar las posiciones, empiezan a platicar sobre sus experiencias de la noche y me entré que uno de ellos se había despertado con el velero medio inundado. Se pasó un buen rato achicando cientos de galones pero pudo encontrar de dónde estaba entrando el agua y cubrió la abertura con un tapón de madera. Otro platicó que en durante la noche se le destrozaron dos velas pero que no tendría problema para continuar.

Después de escuchar estas historias me sentí afortunado de no haber tenido problemas hasta ese momento. Pero esto cambiaría pronto. Al salir a la cubierta vi que el cabo que sirve para enrollar la genovesa se había cortado a la mitad y no tenía forma de guardar esta vela en caso de que volviera a aumentar el viento. Si hubiera estado en el puerto, hubiera sido una reparación muy sencilla. Pero navegando en mar abierto era algo completamente diferente. Lo primero que hice fue seleccionar las herramientas que usaría para la reparación para no tener que ir y regresar de la proa a la cabina y me aseguré de que cada herramienta tuviera un lazo de cinta para que no se me fuera a caer al mar. Asegurado con mi arnés, caminé hasta la proa del barco mientras navegábamos con el viento en popa a unos tres nudos. Tuve que bajar la genovesa teniendo cuidado de que no se me fuera al mar. Con la vela en la cubierta y desamarrada al velero, amarré un cabo nuevo para remplazar al que se rompió la noche anterior. Luego, tuve que girar el tambor que sujeta este cabo y después volvía amarrar la vela. Finalmente icé la vela, tirando de la driza con una mano y con la otra guiándola a través de la ranura. Acabé completamente agotado y bajé a dormir unos minutos.

Gran parte del éxito de estas travesías largas es el convertirse en solucionador de problemas e ir reparando todo lo que se presente porque eventualmente, en un velero, todo se va a descomponer y a romper.

He tratado de analizar cómo estoy ocupando mis días y creo que en promedio han sido así:

-Navegación y ajuste de velas: 2 horas
-Cocinar, comer y lavar platos: 1 ½ horas
-Comunicaciones: 2 horas
-Análisis de pronósticos del clima y decisiones sobre la ruta: 2 horas
-Limpieza velero: 1 hora
-Limpieza personal: ½ hora
-Leer: 4 horas
-Dormir: 5-6 horas

Realmente es muy poco el tiempo que paso en el timón y es porque tengo dos sistemas que se encargan de dirigir el Champ. El primero es un piloto automático electrónico que generalmente uso por las noches. El segundo es una veleta que se ajusta con los cambios en la posición relativa con el viento. Esta la uso durante el día.

Hasta ahora ha sido una gran experiencia. Faltan muchas millas por recorrer pero hasta ahora ha valido la pena todo el trabajo realizado para estar aquí, en el Océano Pacífico, veleando hacia Hawái.