Navegando de Seattle a San Francisco. Tercera parte.


La mañana que dejamos Neah Bay, el 15 de Mayo, el cielo estaba completamente despejado y soleado, y el viento era favorable, del noroeste. Eran unas condiciones inmejorables para dirigirnos a San Francisco. Teníamos planeado que esa fuera nuestra última parada y que pasáramos los siguientes cuatro días y noches veleando hacia el sur. Alrededor de las nueve de la mañana salimos de la pequeña bahía de Neah Bay y volvimos a sentir que aumentaba el tamaño de las olas. La entrada al Estrecho funciona como un embudo para las olas que van hacia el este y han recorrido todo el Pacífico lo que hace que se amplifique su tamaño e intensidad y en un momento llegaron a tener unos tres metros de altura.

Tatoosh Island
Durante aproximadamente dos horas navegamos hacia la salida del Estrecho de Juan de Fuca que está marcado por una pequeña isla rocosa llamada Tatoosh Island y que tiene un faro en la parte más alta. Íbamos de frente a las olas. El motor del Champ nos impulsaba para subirlas y después bajábamos rápidamente por el otro lado para repetir esto cientos de veces. Me sorprendió que tanto Ricardo como yo soportáramos tan bien el fuerte movimiento del velero sin marearnos y cuando rodeamos Tatoosh Island de inmediato comenzó a disminuir el tamaño de las olas. Al izar las velas el Champ de inmediato se volvió mucho más estable y comenzamos a navegar a más de siete nudos (13km/h) promedio. Fue entonces, cuando todo estaba mucho más tranquilo, que Ricardo comenzó a sentir nauseas y a vomitar violentamente. Se recostó y a los cinco minutos volvió a repetir el proceso. Lo increíble fue que de pronto se sintió mejor y no volvió a sentir mareo en todo el viaje.

Ricardo, recuperándose del mareo

Poco a poco nos fuimos alejando de la costa hasta que sólo alcanzábamos a ver los picos nevados de las montañas de la Península Olympic. Durante el resto del día las condiciones fueron perfectas pero en la tarde el viento aumentó al nivel de que debíamos guardar parte de las velas para controlar mejor el velero. Cuando realizamos esta maniobra, el cabo que recorta la vela se desamarró por completo. Era prácticamente imposible reparar esto en el mar y por seguridad debíamos arreglarlo antes de continuar. Analizamos nuestras opciones y decidimos dirigirnos a Gray’s Harbor, un pequeño puerto en la frontera de los estados de Washington y Oregon pero tardaríamos cerca de ocho horas en llegar. El sol se metió, disminuyó la temperatura y se sentía aún más frío por el viento. Navegamos en la oscuriad de la noche y me puse a estudiar la entrada al puerto ya que tendría que ubicarme por las luces de las boyas y por la brújula. No fue nada sencillo descifrar los tenues flashes de luz verde y roja y nos llevó casi una hora entrar a la bahía. Afuera de la marina bajamos las velas y entramos al muelle. A las tres de la mañana, con el Champ asegurado, con mucho frío y cansancio apagamos el motor y bajamos a nuestros camarotes descansar. Las reparaciones tendrían que esperar hasta el día siguiente.



Total de millas náuticas recorridas: 237
Millas náuticas por recorrer: 618