En solitario mas nunca solo


Siempre me ha gustado escalar el Iztaccihuatl por la noche. Para mi es mágico poder salir de la oficina a las cinco de la tarde, escalar toda la noche y estar de vuelta en la oficina a las nueve de la mañana. Para mí que no vivo del alpinismo, es indispensable adaptar mis salidas a los tiempos que me permite la oficina.


Después de haber trabajado durante todo el lunes, salí junto con mi papá rumbo a Paso de Cortés entre el Izta y el Popo. Eran cerca de las ocho de la noche cuando terminamos de pagar nuestra entrada al parque nacional. Media hora después me encontraba listo para caminar toda la noche.
Siempre había subido al volcán acompañado pero en esta ocasión, por ser lunes en la noche tenía en la necesidad de subir en solitario. Estaba equipado con casco, piolet y crampones, radio, celular y GPS. Mi papá se quedó a dormir en La Joya, listo para apoyarme en cualquier instante en que fuera necesario. Por esto, aunque subía en solitario, nunca me encontraba solo.

En el estacionamiento al inicio del camino no había ningún otro coche. Tampoco me encontré a nadie en el refugio a la mitad de la montaña. Tras seis horas de marcha en la noche, llegué al punto más alto del Iztaccihuatl. Es raro imaginarse ser la única persona en toda la montaña y estar parado en la cima.

Ya en la madrugada del martes regresé de nuevo a la camioneta donde mi papá se encontraba dormido. Tan pronto llegué, nos pusimos en marcha de regreso a la Ciudad de México, para comenzar un nuevo día de trabajo.

La salida a Nepal sigue programada para el martes 30 de Marzo.