Días 45-52 Campamento Base Nepal

Quisiera empezar diciendo que no logré llegar a la cima del Monte Everest.
Hoy y mañana estaré escribiendo sobre lo ocurrido en estos días desde dos
puntos de vista. El primero será un recuento textual de lo ocurrido desde
que salí del CB hacia la cumbre y de regreso. El segundo será desde el punto
de vista de mis pensamientos, ideas, emociones y demás factores que me
llevaron a tomar las decisiones correspondientes. Este es el primero.

El 15 de Mayo por la tarde tuve una larga llamada telefónica con el
meteorólogo que prepara los pronósticos del clima para la región. Su modelos
mostraban tres días de vientos relativamente moderados, el 19, 20 y 21 de
Mayo, aunque con cierta precipitación elevada para la región. Cuando le hice
la pregunta de cuáles de estos tres días veía como preferibles me dijo que
el 19 y e 20 y en esto basé mis decisiones. Junto conmigo iría Pemba Sherpa
con quien subí el Lhotse en 2008 y Dawa Steven, el dueño de Asian Trekking
(él me alcanzaría directamente en el campamento 4)

Muy temprano el 16 de Mayo, alrededor de las 4 de la mañana, comencé a
escalar por la cascada de hielo rumbo al campamento 2. El ascenso fue fluido
y sin contratiempos y en general mucho más rápido que unos días antes,
disminuyendo mi tiempo de escalada en dos horas. Esa tarde empaqué mi
mochila con los artículos esenciales y dejé cualquier cosa que no fuera a
necesitar más arriba. Dormí poco por la expectativa de lo que podía ocurrir
con mi dolor de cabeza mientras ascendía.

Al día siguiente, el 17 de Mayo a las 6 de la mañana me uní a la larga fila
de personas, sobre todo sherpas, que escalaban hasta el campamento 3.
Afortunadamente la escalada fue sin incidentes pero sin duda se sentía el
fuerte viento que soplaba desde el oeste. Como Pemba y yo éramos las únicas
personas de Asian Trekking en el campamento 3 y teníamos dos tiendas de
campaña, ocupamos cada quien una para darnos espacio. Durante horas estuve
derritiendo hielo en mi pequeña estufa para rehidratarme y para cocinar mi
comida deshidratada. Poco antes del atardecer noté con gran sorpresa que
había desaparecido el dolor de cabeza que tanto me preocupaba. Esa noche me
coloqué mi máscara de oxígeno y dormí con un flujo de un litro por minuto. A
ese flujo, una botella de oxígeno dura alrededor de 16 horas.
Definitivamente tuve el mejor sueño en semanas.

En mi experiencia, una de las claves para tener éxito en el Everest es
llegar lo más temprano posible al Campamento 4 a 7,900 metros de altura para
descansar antes del ascenso final a la cima. Con esto en mente, Pemba y yo
comenzamos a escalar a las 5 de la mañana, mucho antes de que nos alcanzara
el sol. Vestía mi traje de pluma, la ropa más caliente con al que contaba.
Eran muchas las personas en la ruta ese día pero, al igual que el día
anterior, en su mayoría sherpas y escalaban a buena velocidad. Subimos por
la pared de hielo del Lhotse y en la banda amarilla (una formación de roca
que se llama así por su color) el sol ya nos calentaba mientras que el
viento arreciaba conforme se había pronosticado. A medio camino nos alcanzó
Dawa Steven y realicé el resto del recorrido junto con él. Alrededor de las
11 de la mañana llegamos al collado que se forma entre las cimas del Lhotse
y Everest y donde se ubica el campamento 4. El viento era bastante fuerte y
el cielo se empezaba a llenar de nubes. Así continuaría durante toda la
tarde y en cierto momento comenzó a nevar.

En la tienda junto con Dawa derretíamos nieve y en general pasamos el tiempo
hasta la salida esa noche. Habíamos decidido iniciar el ascenso final a la
cima a las 11 de la noche. Dormité lo que pude y escuché música hasta las 10
de la noche cuando empezamos a equiparnos para salir. Increíblemente no
había viento y parecía que el pronóstico se había cumplido. Pero minutos
antes de salir, comenzó a nevar fuertemente y arreció el viento
peligrosamente. Veía una línea de lámparas ascender por la ruta hacia el
Everest aunque las veía con trabajo por la intensa nevada. Después las perdí
definitivamente. Escalamos durante 30 minutos en los que el viento y la
nieve nos golpeaban fuertemente desde el oeste. El riesgo de congelamiento
era alto, mucho más alto que el riesgo que estoy dispuesto a asumir.
Faltaban horas para el amanecer y no había señal de que fueran a mejorar las
condiciones pronto. Antes de que desperdiciáramos más oxígeno. Tomé la
decisión de regresar al campamento e intentar al día siguiente. Teníamos el
tiempo y los recursos necesarios. Rápidamente descendimos y nos refugiamos
en la tienda de campaña. El viento y la nieve no pararon sino hasta las 5 de
la mañana y sobre todo no regresaría en los siguientes días.

Toda la mañana del 20 de Mayo vimos llegar a una gran cantidad de personas.
Estimo que esa noche intentamos el ascenso más de 100 personas. También
tuvimos que conseguir oxígeno adicional ya que usamos una botella y media
más por persona en el primer intento fallido. Poco a poco fueron levantando
nuevas tiendas de campaña alrededor de nosotros y me empezó a preocupar la
cantidad de gente que veía. Ese día comí sólo una vez ya que a esa altura
realmente cuesta trabajo digerir cualquier cosa. Escuchamos que un grupo de
hindús comenzaría esa noche a las 8pm y decidimos adelantar nuestra salida
una hora comparando con la noche anterior. Pasamos las horas en la tienda de
campaña y a las 9 comenzamos a equiparnos nuevamente. Cuando hablo de
equiparnos me refiero a ponernos el traje de pluma, guantes, ponernos las
botas, el arnés, los crampones y la mochila. Una hora nada más para esto.

Cuando salí de mi tienda de campaña noté dos cosas: la primera, que hacía
muy poco viento y las condiciones eran bastante buenas; la segunda, una
larguísima fila de luces que subían hacia la zona del Everest llamada el
Balcón a 8,500 metros de altura. Con más preocupación, iniciamos rápidamente
la escalada, tan rápido como se puede a esa altura y con tan poco oxígeno.
Nos movimos con buena velocidad y la luna nos alumbraba el camino con
bastante intensidad. Después de cerca de una hora y media de haber salido,
alcanzamos a las personas que iban en la retaguardia de la enorme fila.
Volteando para atrás observé que se acercaban unas 30 personas más. Ahí
comenzamos una tortuosa rutina de avanzar unos pasos y detenernos a esperar
por completo porque no había movimiento alguno frente a nosotros. Durante
una hora estuvimos así, llegando a lo ridículo de avanzar dos pasos y
esperar cinco minutos.

Como referencia, en 2008 tardé seis horas y media en llegar del campamento 4
a la cima del Everest. En esta ocasión, tardé cuatro horas en llegar unos
cincuenta metros por debajo del balcón. Algo completamente absurdo. A pesar
de el viento era de unos 30 km/h la temperatura sin el factor de
congelamiento era de unos -25 grados. Trataba de mover los brazos y piernas
para calentarme pero al no movernos, dejaba de generar calor. No había
ninguna señal de que las cosas fueran a mejorar en el futuro próximo y sabía
que eran los hindús los que estaban provocando este peligroso
embotellamiento. Había leído y escuchado que ocurrían estas cosas pero
principalmente debajo de la cumbre sur y en el Escalón de Hilary. Pero
todavía estábamos medio kilómetro debajo de estas secciones. No me quería ni
imaginar lo que sucedería al llegar ahí. Pero la razón principal para
decidir regresar la dejo para mañana. Finalmente, cerca de las dos de la
mañana le avisé a Pemba que nos regresábamos. Me dijo que sí con la cabeza y
en sus ojos vi que entendía el porqué.

Tan sólo una hora más tarde nos encontrábamos de regreso en el último
campamento, sin haber alcanzado la cima por segundo día consecutivo. El
primero por un acto de la naturaleza, el segundo por un asunto humano. Dawa
Steven también desistió del ascenso esa noche y regresó a la tienda de
campaña varias horas después. El había subido por encima del Balcón y había
visto que el embotellamiento era mucho más severo de lo que me había tocado.

En la mañana del 20 de Mayo, sin energía para intentar nuevamente el Everst
o Lhotse, descendí hasta el Campamento 2 donde pasé la noche y al día
siguiente atravesé por última vez la cascada de hielo para llegar al
campamento base. 52 días después de haber iniciado la expedición, la daba
por terminada sin éxito.


Mañana platicaré sobre cómo viví todo esto y el motivo principal que me
llevó a tomar la decisión de descender.