Una segunda oportunidad

Mi cita era a las 10 de la mañana en el Hospital Norvic, que es el mejor hospital de Nepal. El cardiólogo llegó tarde porque le habían chocado su coche en la mañana. Cerca de medio día, me recibió y lo primero que hizo fue decirme que me quedara tranquilo, que había estudiado en Estados Unidos y que si había algo mal con mi corazón, que él lo iba a encontrar. Platiqué una vez más mi historia del Collado Norte y en su consultorio me tomó la presión y revisó mis pulsaciones por minuto. Después, me escribió recetas para varias pruebas y exámenes:


• Electrocardiograma
• Ecocardiograma
• Prueba de esfuerzo
• Análisis de sangre
• Radiografía de tórax

Así comenzó mi peregrinación por todo el hospital. Desde las primeras pruebas me quedé impresionado del buen servicio, eficiencia, limpieza y sobre todo, del excelente equipo con el que cuentan en el hospital. Al nivel de lo mejor que he visto en México. El electrocardiograma y ecocardiograma fueron muy sencillos al igual que la radiografía. Siempre he tenido poco aprecio por las agujas de los análisis de sangre pero recientemente se me ha ido pasando esta fobia y ahora trato de donar sangre regularmente. No sabía que esperar en esta ocasión, pero puedo decir que nunca había sentido tan poco dolor como esta vez.

Para la prueba de esfuerzo, me llenaron el pecho con electrodos y me pusieron en una caminadora controlada por una computadora. Siguieron el Protocolo de Bruce que consiste en etapas de 3 minutos en las que al final de cada una aumenta la velocidad y la inclinación. Para mí, esta era la prueba más importante ya que pensaba que lo difícil para mi corazón sería cuando estuviera escalando y bajo mucho estrés.

Cerca de las seis de la tarde había concluido con todas las pruebas ordenadas por el doctor y regresé a su oficina. Muy serio, revisó los resultados y después de unos minutos me dijo que tomara mi celular y ordenara el helicóptero porque iría de regreso a la montaña. ¡Mi corazón estaba fuerte y sano como siempre! Me comentó que lo más probable era que tuviera la inflamación que me diagnosticó el doctor chino en el ABC y me recetó una serie de medicinas para desinflamar y quitar el dolor. Le agradecí su tiempo y antes de salir del consultorio le prometí que de subir a la cima, regresaría a verlo para entregarle una piedra de la cumbre.
Tengo una segunda oportunidad de seguir escalando, algo que es muy poco común en estos rumbos. Pienso aprovecharla completamente y hacer todo lo posible por alcanzar la cima del Everest y Lhotse. ¿Me arrepiento de haber bajado de la montaña y perdido la oportunidad de haber subido por los dos lados? Para nada. Creo que bajo las circunstancias tomé la mejor decisión posible y de ninguna forma lamento que haya ganado la prudencia. Inicié este blog diciendo que cuando la vida te da limones, hay que hacer limonada. Ahora, la vida me está dando naranjas y con ellas haré naranjada. Vamos por el Everest y Lhotse.