Crónica de una noche sin cumbre

El camino del Campamento 4 del Everest al Campamento 4 del Lhotse me llevó una hora y media. Me dolía cada músculo de las piernas, cada hueso y sobre todo las ampollas en los pies. Durante el trayecto pensaba lo fácil que sería descender hasta el Campamento 2, descansar y dormir bien por primera vez en días. De hecho, llevaba más de 40 horas despierto. Casi por inercia llegué hasta el último campamento del Lhotse a las 3 de la tarde del 22 de Mayo. Rápidamente me metí a la tienda de campaña y a mi sleeping bag y dormí. Recuerdo que desperté varias veces para tomar agua aunque nunca pude rehidratarme bien y esto después vendría a traerme problemas.

La ruta para subir al Lhotse comienza por una pendiente de nieve de 60 grados sobre la pared. La segunda mitad es una canaleta de nieve y roca. Por otras personas, sabía que antes de la canaleta había una sección de casi 200 metros sin cuerdas ni anclajes, es decir, sin ninguna protección. Un resbalón podría llevarme a caer 1,500 metros. El plan era que se colocaran cuerdas fijas en las secciones faltantes justo delante de nosotros y de esta forma comencé a escalar a la 1:00am. La noche era fría y los Sherpas con las cuerdas iban muy lento. Pronto los pasé y seguí escalando a muy buen paso, hasta que de pronto me encontré al final de las cuerdas. En ese momento, tomé una decisión incorrecta; consideré que la parte peligrosa era el descenso y para cuando bajara habría cuerdas fijas, por lo que comencé a escalar sin protección alguna y así seguí durante los siguientes 150 metros. Después de escalar un rato pensé ¿qué me garantizaba que las cuerdas que confiaba que estarían ahí para mi regreso realmente existirían? Vinieron a mi mente imágenes de una Sherpani, Pemba Doma, quien en 2007 cayó bajando del Lhotse y murió justo donde estaba parado en ese momento. Entonces, decidí esperar a que las cuerdas llegaran hasta donde estaba antes de continuar el ascenso. Primero pensé que no tardarían más de diez minutos. Sin embargo, no había señal de las lámparas de los Sherpas que iban a la delantera. Esperé y esperé en la oscuridad y no fue sino hasta una hora y media más tarde que me alcanzaron. Para entonces me encontraba temblando de frío y con dificultad para sentir los dedos de las manos. Estaba tan deshidratado que a mi cuerpo le costaba mucho trabajo mantenerme caliente y me dolía todo.

Tomar la decisión de descender fue muy fácil y cuando llegaron las cuerdas me dirigí de inmediato hacia abajo, rumbo a mi tienda de campaña. Llegué alrededor de las 4:00am y entré a mi sleeping bag. Me desperté con la llegada del sol y recordé lo que había sucedido en las horas anteriores. No tenía ningún remordimiento por haber bajado. A media tarde, había bajado con la mochila llena y todo mi equipo hasta el Campamento 2. Recibí las felicitaciones de los Sherpas de Asian Trekking y a cada uno le recordaba, que el éxito por haber subido por tercera vez al Everest era tanto de ellos como mío. Esa noche, al estar seguro dentro de mi sleeping bag realmente sentí la satisfacción de lo que había logrado y descansé.