Curso 106 – Cruzando de Florida a Bahamas (Segunda parte)



El tamaño de las olas aumenta como resultado del viento y las corrientes. Cuando ambos fluyen en la misma dirección, se puede hacer una travesía rápida y sin tanto movimiento. La Corriente del Golfo siempre fluye hacia el norte y pero en esta época del año es común que hayan vientos fríos que van hacia el sur y al chocar con la corriente generan olas de 4 o 5 metros de altura. Tan solo a unas millas de Ft. Lauderdale, mientras se metía el sol, comenzó a aumentar el movimiento del velero. Como íbamos tres personas, establecimos un sistema de rotación para que siempre hubieran dos personas en cubierta. Los turnos eran de 30 minutos y hacíamos media hora al timón, media hora de vigía y media hora descansando.

Muy pronto la oscuridad fue total, con las nubes cubriendo la luna y las estrellas y dejando atrás las luces de la costa. Tan sólo teníamos como referencia la brújula con una luz roja (para no afectar nuestra visión nocturna) y luchábamos por mantener el rumbo que calculamos el día anterior. El movimiento era incómodo y el velero difícil de controlar.

Nuestra bitácora
Cuando me encontraba al timón, tenía que estar completamente concentrado. De vigía no tenía muchas referencias visuales pero por lo menos el viento me ayudaba a no marearme. Pero cuando era mi tiempo de “descanso”, bajaba al interior del velero para registrar nuestra posición en las cartas de navegación y comenzaba a sentir nauseas. El movimiento era muy fuerte y soporté bastante, pero de pronto empecé a sentir un cosquilleo en las manos. Subí a la cubierta y alcancé a sujetarme de un barandal pero de pronto comencé a vomitar violentamente sobre la mitad de la bañera y mi brazo derecho. Lo increíble fue que me sentí mejor instantáneamente. Me tuvieron que pasar un par de cubetas con agua para medio lavar mi desorden.

Pasaron las horas en la oscuridad total y poco a poco se fue calmando el mar cuando salimos de la Corriente del Golfo. Llegamos a nuestro destino alrededor de las dos de la mañana y nos anclamos en un lugar protegido. Ya prácticamente sin movimiento me bañé rápidamente y me dormí.

Un velero permanece en “cuarentena” hasta que pasa por aduana y migración del país al que llega y mientras tanto tiene que izar una bandera amarilla. Al día siguiente fuimos al puerto a realizar este trámite y entonces ya pudimos izar la bandera de Bahamas y transitar libremente.
Un naufragio en las Bimini

Días después, cruzamos de regreso a Florida durante el día, con vientos favorables y haciendo un pasaje mucho más tranquilo y agradable que el de ida. Este curso fue una gran experiencia. El examen escrito, que duró varias horas, lo pasé sin ningún problema. Este fue un paso más en el camino al cruce de San Francisco a Hawaii y estoy más animado que nunca.