Nuevas aventuras

Después de 8 años muy intensos de dedicar gran parte de mi tiempo, energía y recursos al alpinismo, he decidido bajar la intensidad con la que realizaba esta actividad. No se trata de abandonar lo que tantas satisfacciones y experiencias me ha dado en la vida. Simplemente se trata de dar un respiro y vivir nuevas experiencias y aventuras que he dejado pendientes desde hace muchos años.

Durante la expedición al Everest de este año pude ver a dos personas despegar en tándem y volar sobre la cima de la montaña, aterrizando a 60 kilómetros de distancia. Antes de regresar a Katmandú ya había hecho planes para pasar seis días en Pokhara, un pequeño pueblo a las orillas de un lago en Nepal, famoso por los vuelos en parapente que ahí se realizan. Hace tres años tomé mi curso básico de parapente en Valle de Bravo pero por varias razones ya no continué haciéndolo. Esos días volando en Pokhara volvieron a encender en mí la chispa del parapente y por fin el sábado pasado pude estrenar mi parapente (¡adiós a los prestados!). Lo que me llama la atención de este pasatiempo es la oportunidad de volar sin ruidos y sin motores, sintiendo el viento y teniendo total libertad de a dónde voy. Cuando tomé mi curso hace años, lo hice porque pensaba que sería una forma eficiente de bajar de las montañas. Ahora lo hago por el placer de volar.

No recuerdo cuándo fue la primera vez que me subí a un velero, pero velear es algo completamente natural para mi. Pienso que también tiene que ver con que no hay motores, no hay ruido y es el viento el que impulsa las velas. A pesar de que he andado en veleros durante muchos años, no fue sino hasta este mes que tomé, junto con mi papá, una serie de clases, exámenes y certificaciones para poder rentar veleros en cualquier lugar. Y no me refiero a los pequeños veleros como el Laser o el J15 que normalmente acostumbro. El curso lo tomamos en las costas de Florida en un Dufour de 51 pies (pronto subiré fotos). Creo que las siguientes grandes aventuras vendrán por aquí.

Curiosamente, tanto las montañas, como volar y velear comúnmente han sido utilizados como clichés de libertad e independencia. Pero, ¿realmente es coincidencia que me apasione tanto hacer esas tres cosas?