Día 2 en ABC

Al día siguiente a la muerte del alpinista de Hungría, un grupo de seis
sherpas subieron a tratar de buscar el cuerpo y bajaron a la grieta. Todavía
existía peligro de que se desprendieran más bloques por lo que la búsqueda
fue suspendida.
La persona que sobrevivió, que también se llama David, se quedó con la tarea
de informar a la familia. Llevaban once años escalando juntos y ya sabía que
si le ocurría algo, David tenía que tratar de informar primero al hermano
del fallecido y este a su vez informaría a la esposa y dos hijos. Estuvo
intentando todo el día contactarlo y únicamente tenía respuesta del buzón de
voz de su celular. Ya después de la cena, estando en nuestra carpa comedor,
marcó por el teléfono satelital a la esposa del accidentado y ella ya se
había enterado una hora antes de lo que había sucedido. Espero nunca tener
que hacer una llamada de estas.
Otra cosa que sucedió, que todavía me cuesta trabajo entender cómo es
posible que alguien haga algo así, es que los dos húngaros tenían un
compañero en Katmandú. La tarde del día del accidente, el compañero de
Katmandú estuvo recibiendo mensajes en su celular de alguien que decía haber
sido contactado por la persona que murió en la grieta, y que le había dicho
que estaba lastimado pero vivo y que necesitaba ayuda. Esto es imposible ya
que el fallecido no traía consigo radio ni teléfono satelital o celular y
fue aplastado en un instante por decenas de toneladas de hielo. Es de las
peores bromas que he escuchado.
Todo esto lo cuento porque es parte de la realidad de la escalada y aunque
tratamos de minimizar los riesgos, siempre queda algo de peligro. Ya he
pasado dos días en el ABC y mañana estaré tratando de subir a dormir al
Collado Norte. Espero no tener problemas.