Vuelo a Lukla

Afortunadamente pude dormir hasta las 4am, sólo media hora antes de que sonara el despertador. Ya tenía mi mochila preparada y para las 5:30am estaba en el loby listo para ir al aeropuerto. En viajes anteriores, había tenido que esperar no mas de una hora para subir a la avioneta. Confiándome en esto chequé mi mochila como equipaje y me quedé tan solo con la guitarra y el ipod. El vuelo estaba programado para las 6:30am pero a las ocho de la mañana no había ninguna señal de que fuéramos a abordar. Poco mas tarde comenzo a llover y al ver que la espera iba a ser larga decidí salir de la sala de espera y pedir en el mostrador que me trajeran mi mochila para sacar un libro.

Al regresar a la sala de espera, había seguido entrando gente y no salían los aviones por lo que todos los asientos estaban llenos y tuve que conformarme con esperar sentado en el piso. No estaba tan ansioso por volar con mal clima porque en otoño del año pasado, en el mismo recorrido de Katmandu a Lukla que iba a hacer se estrelló una avioneta con 19 alemanes justo antes de aterrizar. Finalmente, 7 horas después de lo que estaba programado anunciaron la salida del vuelo. La llegada a Lukla es una aventura por si sola y siempre descanso una vez que se detiene el avión.

En una tarde completamente despejada caminé durante cuatro horas por los bosques de las zonas bajas del Khumbu hasta llegar a Manjo. Si el vuelo hubiera salido a tiempo, hubiera tratado de llegar hasta Namche. Sin embargo, la libertad y flexhiblidad que me da el venir sin un itinerario definido me permitió pararme en la primera casa de huespedes que vi cuando el sol se metió por detrás de las montañas.