Escalando y volando en parapente por Europa (Agosto-Septiembre 2014)

Cuando pienso en los Alpes me vienen a la mente las grandes historias de los pioneros del montañismo. El Mont Blanc fue ascendido por primera vez en 1786, el Matterhorn en 1865 y la pared Norte del Eiger en 1938. Tuve oportunidad de escalar ahí varios picos en el 2005 y desde entonces mis proyectos de montaña se habían concentrado principalmente en Asia. Sin embargo, no dejaba de sentir una fuerte atracción por esa cordillera que atraviesa ocho países a lo largo de cerca de 1,200 kilómetros.

Hace más de 6 años comencé a volar en parapente, considerándolo como una manera más segura y divertida de descender de las montañas. Fue hasta que entré al mundo de parapente que escuché por primera vez de una clase de competencias conocida como Hike & Fly (literalmente se traduce en español como “Excursión a pie y volar”). En estas competencias los participantes tienen que realizar un recorrido de un punto a otro ya sea volando o caminando/corriendo, pero siempre cargando el parapente dentro de una mochila cuando no se esté en vuelo. Los eventos tienen diferentes distancias que van desde decenas de kilómetros hasta cientos de ellos. La estrategia consiste en subir caminando o corriendo en las montañas hasta zonas de despegue establecidas o improvisadas, volar lo más posible en dirección a la meta y al no poder mantener el vuelo, aterrizar para volver a escalar otra montaña que permita hacer un despegue. En algunos eventos se tienen periodos de descanso obligatorios pero en muchos de ellos los participantes pueden estar en movimiento las 24 horas del día. La duración varía desde un solo día, hasta varias semanas. Sin duda, la competencia hike & fly más reconocida y a la vez más dura del planeta es el Red Bull X-Alps que inicia en Salzburgo, en Austria y recorre más de 1,000 kilómetros sobre los picos más importantes de los Alpes hasta terminar en Monte Carlo, Mónaco. Se lleva a cabo cada dos años (la próxima será en 2015) y tan solo una fracción de los participantes que inicia logra cruzar la meta.

Conforme ha mejorado el diseño y desempeño de los parapentes modernos, los competidores que participan en el Red Bull X-Alps y alcanzan a llegar a la meta son los pilotos que logran desplazarse mejor durante el vuelo. Generalmente son los pilotos que tienen un mayor conocimiento de las condiciones locales de vuelo de los Alpes. No habiendo tenido la oportunidad de volar en esa cordillera, hace meses comencé a imaginar un viaje como ningún otro hasta ese momento: recorrer la parte central de los Alpes iniciando en Francia, escalando algunos picos importantes de más de 4,000 metros de altura y haciendo vuelos en parapente en zonas de vuelo de tres países distintos. Me desplazaría de un lugar a otro en una camioneta camper en donde también dormiría sitios de campamento. Quería tener una conocimiento, por muy básico que este fuera, de las diferentes condiciones de vuelo entre los picos de Europa y las zonas de vuelo que estoy acostumbrado en América y Asia, y una noción de los microclimas que ahí se forman.

Tras algunos meses planeando el viaje, dejé México a mediados de Agosto de 2014 y llegué  a Lyon en el Este de Francia. Con tres enormes maletas que contenían mi equipo de escalar, el parapente y una pequeña bicicleta plegable, llegué a las oficinas de la compañía de alquiler de campers a las afueras de la ciudad. El vehículo que me asignaron parecía un pequeñísimo departamento con una cama, baño/regadera, cocineta, refrigerador y mesa. De inmediato encontré parecidos con un velero y me vinieron a la mente recuerdos de mis días en el mar. Comprendo bien el francés y me expreso razonablemente bien en ese idioma pero, nunca antes habiendo utilizado un camper de este tipo, me llevó una hora y media entender las explicaciones de cómo funcionaba el sistema eléctrico, dónde cargar los tanques de agua potable, cómo descargar el tanque de agua gris, cómo cambiar el tanque de gas, etc. Con las maletas cargadas, encendí el motor y comencé la travesía.
Chamonix

Despegue en Pranplaz
Mi primera parada fue Chamonix cerca de la frontera entre Francia, Italia y Suiza donde se encuentra el grandioso Mont Blanc. No es la montaña más alta de Europa, ese honor lo tiene el Monte Elbruz que escalé hace una década, pero sí es el pico más alto de los Alpes. Chamonix también es el lugar donde nació el vuelo en parapente a finales de la década de 1970. Ahí pasé tres noches en el Camping de l'Ile des Barrats que atienden Valérie y Emmanuel Yout, una pareja muy agradable. Durante el día hice varios vuelos desde el despegue de Pranplaz que se encuentra sobre el valle de Chamonix pero del lado opuesto al Mont Blanc. No está permitido despegar sobre el Mont Blanc durante Julio y Agosto por la gran cantidad de vuelos de rescate en helicóptero que se hacen durante esa temporada y a  pesar de eso, los vuelos sobre Pranplaz fueron extraordinarios, haciendo vuelos de distancia que iniciaban sobre Aguilles Rouges. Subía al despegue en el teleférico, volaba durante toda la mañana hasta que lentamente llegaban las nubes después del medio día y comenzaba una ligera lluvia. Por las tardes leía, iba de compras al supermercado en mi bicicleta, me preparaba algo sencillo de cenar, trabajaba durante algunas horas desde mi computadora y me dormía.
 
Valle de Chamonix
Tras varios días de esta rutina llegó el momento de escalar. Con mi mochila preparada en la tarde anterior, dejé el camping el 22 de Agosto y tomé un autobús a Les Houches, luego un teleférico a Bellevue y un pequeño tren de cremallera hasta Nid d´Aigle. Caminé de subida por un estrecho camino rocoso hasta el refugio Tête Rousse y de ahí escalé por una empinada arista de piedra hasta el refugio Goûter. Este refugio fue recientemente construido, reemplazando a una vieja construcción de madera. Fue edificado sobre un acantilado y tiene forma de “huevo” que le permite ser aerodinámico y resistir vientos de hasta 300km/h. La limpieza y organización del refugio es asombrosa.
 
Refugio
En la cima del Mont Blanc
Tras una cena vegetariana me fui a descansar unas horas al dormitorio que me asignaron. A las dos de la mañana en punto comenzó a despertar la gente en el refugio para desayunar algo ligero e iniciar el ascenso. Entre el refugio y la cima hay 1,000 metros de desnivel y hay que cruzar enormes glaciares. Justo al amanecer, tras haber escalado solo toda la noche y con bastante viento, alcancé la cima del punto más alto de los Alpes (4,810 m). El descenso se me hizo largo y pesado, teniendo que regresar al refugio Goûter, a Tête Rousse, Nid d´Aigle, Bellevue, Les Houches y finalmente Chamonix. Esa noche festejé cenando comida Hindú.

Continué mi viaje hacia el Este cruzando la frontera con Suiza hacia Grindelwald y escalando el Mönch (4,107 m). Me hubiera gustado escalar el Eiger por la arista Mitteleg
Mönch
i o la arista sur pero con tanta precipitación en el verano, la montaña tenía demasiada nieve como para hacer un ascenso seguro. Perdí todo un día por el mal clima y me dediqué a lavar ropa en el camping Gletscherdorf. Pero la mañana siguiente, con un cielo azul, me dirigí a Interlaken en donde hice vuelos desde Niedelhorn y Amisbühl. Interlaken en español quiere decir “entre lagos” y la vista que tuve durante los vuelos fue inigualable: campos verdes, lagos color esmeralda, enormes picos nevados, y pequeños chalets de madera por las laderas.
 
Lago Thun, Interlaken
A la mañana siguiente volví a empacar todas mis cosas, me dirigí al Este y crucé hacia Austria. Ahí me dirigí al Sur, por el valle de Zillertal para hacer varios vuelos en la región del Tirol. El campamento se encontraba en Mayerhofen, un pequeño pueblo famoso por el esquí durante el invierno pero también muy turístico durante el verano. En los teleféricos subí en repetidas ocasiones hasta el despegue de Penken y volví a disfrutar de las vistas que parecían sacadas de un cuento.

Matterhorn
Tras un par de días en Mayerhofen llegué a Salzburgo en donde pasé a conocer a Christoph Weber, el director del Red Bull X-Alps. Durante algunas horas platicamos sobre la competencia y sobre el proceso de selección de los atletas. Llegó el momento de comenzar el regreso hacia Francia no sin antes parar en Zermatt, el mágico pueblo Suizo a los pies del Matterhorn. Ahí, desde el moderno refugio de Monte Rosa, realicé el ascenso al Dufourspitze (4,634 m), que es la segunda montaña más alta de los Alpes.
 
Arista del Dufourspitze
La última parada del viaje fue nuevamente Chamonix. Ya siendo Septiembre, no habían restricciones de vuelo del lado del Mont Blanc y sobrevolé los imponentes glaciares de esta enorme montaña.
 
Glaciar
Esta aventura por los Alpes europeos fue aún más intensa que las que estoy acostumbrado a hacer. En tan solo 20 días recorrí 2,400 km manejando por cuatro países, escale tres de los picos más altos del continente y realicé 18 vuelos en parapente recorriendo más de 350km. Podría pensarse que viviendo de una manera tan precipitada no me da tiempo de parar y de disfrutar muchas cosas durante el camino. Pero hay unas palabras de Henry David Thoreau en su libro Walden que sigo como un mantra: “Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.” Me queda muy claro que el tiempo que tenemos es prestado y trato de aprovecharlo al máximo. 

Camino de Santiago (Tercera parte)



Mi mochila, con su vieira
Mi llegada a Viana durante el Camino de Santiago fue un asunto doloroso, literalmente. Entre tendinitis y ampollas en los pies, caminaba con mucha dificultad y estaba recorriendo en promedio 8 kilómetros al día menos de mi objetivo de 50. Tomé tres decisiones. La primera fue hospedarme en un pequeño hotel en vez de un albergue para descansar mis pies y meterlos en una tina con agua helada y hielos. La segunda fue que en vez de andar los más de 800km del Camino en tan sólo 15 días, me tomaría cinco días más, recorriendo una distancia menor hasta recuperarme. Y por último, decidí revisar completamente el contenido de mi mochila y enviar por correo a México todo lo que no fuera verdaderamente indispensable. Fueron casi 5kg de peso que bajó la mochila cuando saqué mi cámara, un pequeño tripié, pantalones de mezclilla, camisa, tenis de montaña (me quedé únicamente con mis tenis de correr y sandalias) y un iPad. Qué distinta era mi idea de las cosas “esenciales” una vez que las había tenido que cargar durante varios días.

Viñedos en La Rioja
Continué mi marcha con mucho mejor ánimo y procurando cuidar mis pies tomando descansos periódicos. Navarra dio paso a La Rioja y caminar entre los viñedos se volvió parte de la atmósfera mágica de mi recorrido. En Abril en el norte de España, la vid aparenta ser un pequeño tronco grueso y seco con pocas ramas torcidas, que sale de una tierra aún más seca, agrietada y rojiza. Es difícil imaginar que en tan solo unos meses esas varas estarán completamente cubiertas de hojas verdes y racimos de uvas de donde saldrán los mejores vinos del mundo.

Catedral de Burgos
Con el pasar de los días se recuperaban mis pies y junto con ellos mi confianza. Varias veces al día me encontraba atravesando pequeños poblados que parecían abandonados. Las pequeñas villas como Belorado, Terradillo de los Templarios y Hermanillos de la Calzadilla tenían más de la mitad de sus edificios vacíos y los pobladores son generalmente personas mayores que se reúnen por las tardes en el bar del pueblo para ver el futbol y jugar cartas. En pocos años se convertirán en pueblos fantasmas. Por otro lado, en las grandes ciudades como Logroño, Burgos, León y Ponferrada, e incluso en otras más pequeñas como Palas de Rei y Astorga era reconfortante observar movimiento y gente joven que le inyecta energía y vida a esas viejas urbes.

O'Cebreiro
De La Rioja pasé a Castilla y León, caminando por la enorme meseta y teniendo a la vista durante varios días la cordillera nevada de Picos de Europa. Mientras caminaba, me imaginaba regresando algún día para escalarlos y a hacer vuelos en parapente. Así me distraía durante las horas de marcha y seguía disfrutando las tardes, cuando generalmente tenía las sendas para mi solo. Todos los días registraba mi progreso en los mapas y contaba los kilómetros que me faltaban por caminar hasta Santiago de Compostela, pero no fue sino hasta que llegué al pueblo mágico de O’Cebreiro en Galicia que sentí que el fin del Camino estaba cerca. Esta pequeña villa tiene una sola calle con edificios de piedra y algunas construcciones todavía con techo de paja, pero tiene una historia repleta de leyendas de principios de la edad media. También por ahí estuvieron los Reyes Católicos en su recorrido por el Camino de Santiago y les sucediera un “milagro” relacionado con el Santo Grial. En la noche, la luna llena y la niebla le dieron al pueblo un toque surrealista. Estaba consciente de que en pocos días terminaría esta gran travesía y al acercarme a mi destino aumentaba mi sensación de bienestar.

19 días después de que comencé a caminar en Francia llegué a
Amanecer del último día
Santiago de Compostela. Antes del amanecer de ese último día dejé la posada en Pedrouzo y todavía en la oscuridad seguí la vereda por el bosque junto con otros peregrinos. Me emocionaba saber que tan solo 20 kilómetros me separaban de la culminación de mi viaje. Salió el sol, me paré a tomar un café para sacudirme el frío de la mañana y reanudé mi marcha. En las afueras de Santiago de Compostela hay un cerro llamado Monte de Gozo en donde los peregrinos ven por primera vez la ciudad de Santiago y las torres de la catedral a la distancia. Más que gozo sentí que era inevitable el final de esta aventura y me apresuré a bajar hacia la ciudad.

Los edificios relativamente modernos de los suburbios se convirtieron en construcciones cada vez más viejas y las calles se volvieron más angostas. Pero de pronto el callejón por el que avanzaba desembocó en la Plaza del Obradoiro, el corazón de Santiago de Compostela rodeada en sus cuatro lados por la famosa Catedral, el Hospital Real, el Palacio de Rajoy y el Colegio de San Jerónimo. Mi camino de 800 kilómetros había terminado. Pero el Camino me tenía una última sorpresa para convertir mi llegada en algo inolvidable. Al visitar la Catedral se celebraba la misa diaria para los peregrinos a las 12:00pm en la que pocas veces al año hace su aparición el Botafumeiro pero por alguna razón que nunca conocí, ese lunes me tocó vivirlo. Es un enorme incensario que cuelga de un sistema de poleas y palancas desde
Botafumeiro
la cúpula de la catedral. Un grupo de ayudantes va tirando del otro extremo de la cuerda para que el botafumeiro comience a moverse de lado a lado como péndulo, cada vez con más velocidad hasta terminar recorriendo un arco de unos 100 metros en pocos segundos. Es un espectáculo que hay que presenciar para poder entender lo asombroso que es. Por último, en la oficina de atención al peregrino me entregaron un certificado al que llaman Compostela y un voluntario escribió mi nombre en la lista de peregrinos. Quedaré ahí como una estadística que con los años se volverá irrelevante. Lo valioso fue vivir mi propio Camino de Santiago.



Camino de Santiago (Segunda parte)


Como me sucede con las grandes aventuras y proyectos, el caminar más de 800 kilómetros en menos de tres semanas parece sin duda un reto inmenso, difícil de asimilar. Pero si comienzo a dividirlo en objetivos cada vez más pequeños, se convierte en algo realizable. 800km en 20 días se transforman en 40km por día. Incluso eso es casi un maratón diario, cargando una mochila. Pero al dividirlo en 20km por la mañana y 20km por la tarde, caminando 5 horas en cada etapa, tendría que caminar a un paso relativamente cómodo de tan solo 4 kilómetros por hora promedio. De esa manera lo visualizaba. En total acabé dando 1,178,670 pasos y caminando 813.7km (los registré con un acelerómetro que llevaba en la muñeca). Todo inició con el primer paso que di al dejar el albergue en St. Jean Pied de Port.

Primer amanecer

Mi primer objetivo era salir de St. Jean y cruzar los Pirineos. No tardé en dejar atrás el pequeño pueblo medieval y comenzar a caminar por una estrecha carretera en el campo, a lo largo de laderas de montañas completamente tapizadas de verde.
Subiendo por los Pirineos
Mientras ascendía por el inclinado camino en la cordillera, quedaban atrás los valles de Francia y se veían enfrente enormes montañas, algunas coronadas con impresionantes rocas pero principalmente con cimas modestas cubiertas de pasto. Pasaron las horas mientras andaba y me encontré algunos otros peregrinos caminando por el sinuoso trayecto. También noté que habían varios ciclistas esforzándose por ascender y en las subidas íbamos al mismo ritmo, pero en las bajadas me dejaban atrás en pocos segundos. Cada vez que llegaba a un crucero en el que el camino se dividía o no quedaba completamente claro por dónde seguir, habían marcas pintadas sobre las piedras o mojoneras con el dibujo de la vieira (concha) marcando el camino. Normalmente con un fondo azul, la vieira pintada en amarillo se convirtió durante mi andar en un símbolo de continuidad y de certeza de ir por la ruta correcta. Llegué al punto más alto de nuestro cruce por los Pirineos poco antes del medio día y me senté unos minutos a observar el majestuoso paisaje. El cielo estaba completamente azul y la temperatura era agradable. Se me hacía difícil imaginarme en ese momento las tormentas y el mal clima del que tanto había leído y que eran de esperarse ese lugar. Muchos peregrinos habían muerto en esa zona a causa de las tempestades. Posteriormente crucé la Frontera entre Francia y España marcada por una enorme piedra tallada e inicié el descenso a Roncesvalles, en la provincia de Navarra. Es famoso el monasterio y albergue de peregrinos de esta localidad ya que desde ahí inicia el mayor número de peregrinos que siguen la Ruta Francesa del Camino de Santiago. Tras una comida ligera, reanudé la marcha por un sendero junto al río, con muchas menos subidas, pero ahora completamente solo. A eso me acostumbraría en los siguientes días: caminar con mucha gente durante la mañana y prácticamente solo por la tarde debido a que los peregrinos suelen andar hasta la comida y por la tarde visitar los pueblos, lavar ropa, ir a misa y simplemente descansar y recuperarse. Mi momento del día preferido fueron las tardes, cuando tenía el Camino de Santiago para mi solo. Ese primer día caminé hasta Zubiri a donde llegué a las 7pm. Terminé la jornada ligeramente cansado pero sintiendo el principio de unas ampollas en mi pie izquierdo. En general bien para haber sido mi primer día y recorrido 47km. Pasé la noche en el Albergue Avellano donde me pusieron el sello en mi credencial de peregrino.

Llegando a la parte más alta de los Pirineos

Roncesvalles
En invierno el camino está cubierto de nieve y estas marcas señalan la ruta

Pamplona vaciá
Cada mañana despertaba a las 6:30am, antes de la salida del sol. O más bien me despertaban los otros peregrinos que comenzaban ruidosamente a prepararse para comenzar la caminata del día. Guardaba mi saco de dormir, empacaba la mochila y salía del albergue con las primeras luces del día. En los pueblos o albergues donde había un café o un bar, me tomaba un espreso y un croissant y empezaba a caminar. Por lo general oía música en mi iPod o escuchaba programas de ciencia que tenía grabados. Lo veía como una forma de aprovechar el tiempo mientras andaba. En ese segundo día llegué a Pamplona a la hora de la comida y me encontré con una ciudad vacía, con todos los comercios cerrados por ser Semana Santa. Me paré en el Parque de la Ciudadela para comer algo y al volver a caminar sentí un dolor muy intenso en el Tendón de Aquiles de mi pie derecho. Ese dolor, y las ampollas en el otro pie continuaron molestándome durante el resto del trayecto y se volvieron un problema grave. Ahora reconozco que los tenis de Trekking que llevaba no eran la mejor opción para ese recorrido y terminé enviándolos por correo a México algunos días después. El resto de la travesía lo hice con mis tenis de correr.
Típico pueblo de Navarra
Señalando el camino

Mi mochila, con la vieira
Típica vista en el camino
Monumento al peregrino
Pasando Pamplona el camino se convirtió en un subir y bajar por la meseta que cubre esa zona de Navarra. Era de llamar la atención que casi todo el campo que potencialmente podía ser cultivado estaba sembrado y no se desaprovechaba ni una hectárea. Constantemente alcanzaba a ver en el horizonte enormes turbinas de viento de más de 100 metros de altura, como reguiletes gigantes. Algunas horas más tarde ya los había dejado atrás. Pasé las siguientes noches en Cizur Menor, Ayegui y Viana, caminando rodeado de varias personas por las mañanas y andando solo por las tardes. Por lo general llegaba a los albergues entre las siete y ocho de la tarde con tiempo justo para bañarme, lavar la ropa, cenar algo rápido e irme a acostar antes de que apagaran las luces a las diez de la noche. Una mañana todavía en Navarra pasé junto a las bodegas Irache donde conocí la famosa la “Fuente de Vino”. En un muro de la Bodega hay un grifo de donde sale vino tinto y los peregrinos son bienvenidos a llenar sus botellas sin ningún costo.
Turbinas de viento

Iglesia Templaria
Fuente de Vino en Bodegas Irache

Me es difícil explicar cómo es posible que caminar decenas de kilómetros al día durante ocho o diez horas, sabiendo que al día siguiente me esperará exactamente lo mismo, sea una de las mejores experiencias de mi vida. Pienso que hay algo reconfortante y terapéutico en andar durante tanto tiempo, con un objetivo claro cada día y sabiendo que cada paso me acerca un poco más a mi meta. El medio se convierte en el fin, el camino se vuelve el destino.

Al llegar a Viana había recorrido 169.7 kilómetros y dado 251,745 pasos pero mis pies se encontraban en muy mal estado entre las ampollas y la tendinitis. Si quería terminar el Camino, pero sobre todo disfrutar la aventura, tendría que ser proactivo tomar una decisión de inmediato.


Viana

Camino de Santiago (Primera parte)


Comencé a viajar solo cuando tenía 14 años. Durante las siguientes dos décadas he tenido el privilegio de viajar a los lugares más remotos del planeta y de vivir aventuras y experiencias que pocas personas han tenido la oportunidad de sentir. Pero puedo decir sin dudarlo que el haber recorrido el Camino de Santiago hace unas semanas es una de las más enriquecedoras de todas.

"Camino de Santiago" es el nombre que se le da a varias rutas de peregrinos en Europa que convergen en Santiago de Compostela, en Galicia, al noroeste de España. Existe un Camino Portugués, que va desde Lisboa y otros que inician del oeste de España, pero el más recorrido es el Camino Francés. Es el que yo decidí andar. El motivo de que la peregrinación termine en esa ciudad es que la tradición católica considera que los restos del apóstol Santiago (en inglés St. James y en francés St. Jean, pero todos vienen del hebreo San Ya'akov) fueron llevados a la Península Ibérica tras su muerte y depositados en Santiago de Compostela. Esta peregrinación se realiza desde la Edad Media, con la creencia de que se obtendrían indulgencias al completar el camino. El punto de inicio del Camino Francés no está bien definido. Hay unos pocos valientes que lo hacen desde Paris, otros desde Burdeos y algunos desde St. Jean Pied de Port (más de 800 km por recorrer) en los Pirineos. La mayoría de las personas que recorre el Camino Francés lo hace desde Roncesvalles, en Navarra, pero la tradición señala que para que se tengan los méritos y se considere una peregrinación se deben recorrer por lo menos 100km a pie o a caballo o 200km en bicicleta. En la Edad Media el Camino implicaba muchos riesgos de asaltos y de sufrir enfermedades y los Reyes Católicos se dedicaron a construir un sistema de hospitales para recibir a los viajeros durante su peregrinación. Ahora, hay un sistema de hostales municipales, parroquiales y privados que reciben a los peregrinos por algunos Euros y los más de 800km del Camino Francés están divididos en 34 etapas en las que se camina al día 24km en promedio. Sumándole algunos días de descanso, el tiempo que normalmente se lleva recorrer el Camino Francés es de unas 6 semanas. Los peregrinos inician su camino cualquier día del año pero por razones obvias hay mucha más gente recorriéndolo durante el verano.

Amanecer sobre el Océano Atlántico
En 2004 mis papás recorrieron el Camino de Santiago en bicicleta iniciando en Roncesvalles y desde entonces me nació el deseo de poderlo recorrer algún día a pie. Lo atractivo para mi no era la parte religiosa-espiritual, ya que no sigo esa religión ni ninguna otra. Era más bien el caminar durante semanas y disfrutando de paisajes maravillosos. Digamos que lo veía como una forma de terapia, una manera de regresar a lo más básico: caminar. Por varios motivos, fueron pasando los años y este viaje se quedó guardado en el cajón de los proyectos por realizar. Pero nunca lo olvidé por completo y por eso leí varios libros con relatos de personas que lo recorrieron. Hace dos años compré mi guía con toda la información de cada etapa del Camino Francés (la recomiendo ampliamente http://amzn.com/1844096246). Fue hasta finales de marzo de este año que por fin me decidí a poner una fecha de salida e inicié con los últimos preparativos. Compré mi boleto de avión, el de tren e hice una sola reservación para un albergue en el punto de inicio porque el espacio suele ser limitado. Hice una lista de las cosas que consideraba que me  eran esenciales ya que todo lo tendría que cargar durante los cientos de kilómetros dentro de mi mochila. Con mucha emoción y aún más incertidumbre me subí al avión en el que dejaba México con rumbo a Paris. Llegué al aeropuerto Charles de Gaulle muy temprano el 15 de Abril y tras una breve espera de menos de dos horas tomé un tren rápido desde ese mismo aeropuerto con destino a Burdeos. Ahí cambié de tren para dirigirme a Bayonne, que queda muy cerca de Biarritz. Bajando del tren me di cuenta que la gente que esperaba en la estación no eran los típicos turistas. Eran peregrinos con mochilas y bastones, gente de todas las edades listos para iniciar la aventura-peregrinación (después pude ver que la mayoría de la gente recorriendo el camino de Santiago eran personas de 20 a 35 años y de 55 en adelante). Debido a fuertes lluvias de días anteriores las vías de tren hacia St. Jean Pied de Port estaban cubiertas por aludes y tuve que hacer la última parte del trayecto en autobús. En menos de 24 horas recorrí 9,000km en avión, 800km en tren y 50km en autobús. Un buen inicio.
Aeropuerto Charles de Gaulle, Paris
Aeropuerto Charles de Gaulle, Paris
Estación de trenes en el aeropuerto Charles de Gaulle, Paris

El tren a Burdeos
Estación de tren en Burdeos
Marca de la ruta en St. Jean Pied de Port
St. Jean Pied de Port es un pequeño pueblo medieval en los Pirineos. Su nombre en español literalmente quiere decir san Juan al pie del paso, refiriéndose al paso entre las montañas. Caminé desde la parada de autobús hasta el Albergue en el que había reservado mi lugar para pasar la noche y dejé mi mochila. Ya era tarde y me dirigí a la oficina de peregrinos. En una larga mesa habían cinco voluntarios, "amigos" del Camino de Santiago, que recibían a los peregrinos. Al llegar mi turno, me dirigieron con uno de los voluntarios que me pidió que llenara un breve formato con mi nombre, ciudadanía y motivo por el que recorrería el camino. De las tres opciones, religioso, cultural o deportivo, marqué las dos últimas. La señora sacó una Credencial, una larga hoja doblada como acordeón que me identificaría como peregrino y me daría acceso a los albergues en la ruta. En ella iría acumulando sellos de los lugares donde pasara y en Santiago la mostraría como prueba de mi recorrido para obtener la Compostela o certificado. Llenó mis datos en la credencial y me puso mi primer sello, escribiendo a mano la fecha y su firma. También me pidió un donativo de 2. Junto con la credencial me entregó una vieira (concha) que sirve para identificar a los peregrinos y que posteriormente coloqué en mi mochila. Estas vieiras abundan en Galicia y antiguamente las personas que llegaban hasta Santiago de Compostela se las llevaban de regreso como símbolo de su peregrinación. La imagen de la vieira se ha convertido en el símbolo del camino y es usada para marcar la ruta. Finalmente, la voluntaria me dijo que el camino por los Pirineos llega a ser peligroso por las nevadas y lluvia, y por las tormentas en primavera que han hecho que muchos peregrinos mueran antes de cumplir la primera etapa. Pero también me dijo que tenía mucha suerte ya que en los siguientes días no se esperaba nada de precipitación y cielo estaría completamente despejado. Sin duda un gran inicio. Le agradecí su ayuda y antes de salir de la oficina me dijo las dos palabras que llegaría a escuchar y a decir decenas de veces cada día: ¡Buen Camino!
Calle principal de St. Jean Pied de Port
Mapa de la parte inicial del Camino Francés
Atardecer en St. Jean Pied de Port

Cené algo muy ligero y empecé a sentir el cansancio acumulado del viaje desde México. Cuando regresé al albergue, las otras nueve camas de la habitación ya estaban ocupadas y me dormí en cuanto mi cabeza tocó la almohada. A la mañana siguiente me despertó el ruido de las otras personas preparándose para partir. Eran las seis y media de la madrugada. Guardé mis cosas en la mochila y bajé al pequeño comedor del albergue donde nos ofrecieron café y pan. Salí a la calle cuando el sol aún no había salido por el horizonte pero el cielo estaba aclarando. Se sentía frío, tal vez unos 6 u 8 grados aunque una buena temperatura para caminar. Era 16 de Abril y comenzaba el Camino de Santiago. 
16 de Abril, 7:00am

Cuatro meses después, un nuevo proyecto: el Camino de Santiago.

A mediados de Noviembre del año pasado partí hacia Nepal con mi bicicleta para realizar un recorrido desde la frontera con China y hasta la frontera con India. Estaba en un proceso de recuperación física después de los fuertes problemas de salud que tuve durante el intento de circunnavegación, tratando de recuperar mi confianza. Pero también intentaba cumplir una promesa que me había hecho meses antes cuando escalaba en los Himalaya: si lograba el doble ascenso al Everest, iría a visitar el lugar de nacimiento del Buda Shakiamuni en Lumbini, Nepal.

Carreteras de Nepal
Comencé el recorrido en Kodari, justo en la frontera con China y rodé hasta Katmandú. Luego continué hacia el Oeste donde encontré un pueblo mágico en las montañas llamado Bandipur. En Pokhara pasé unos días realizando vuelos en parapente y me dirigí hacia el sur hasta llegar a Lumbini. Me dio gran satisfacción visitar por fin este conjunto de templos budistas de todo el mundo, que rodean un pequeño lago con una isla al centro y donde está el templo de Nanda Devi que marca el punto exacto que la tradición reconoce como el lugar de nacimiento del Buda. Cumplí mi promesa.


La bici con la que hice el recorrido en Nepal
Regresé a México con mi confianza renovada y durante casi cuatro meses me preparé para el Ironman Los Cabos el 30 de Marzo de este año. Es un triatlón que consiste en nadar 3.8 km, recorrer 180km en bicicleta, y correr 42km. Todo en el mismo día. Participé en esta prueba también en 2013 y, aunque al terminar en aquella ocasión me dije que nunca más lo volvería a hacer, me inscribí de nuevo y comencé a entrenar. Mi rutina se volvió de 3-4 horas de entrenamiento diario entre semana (además de mi trabajo, por supuesto), con entrenamientos mucho más largos en los fines de semana. El Ironman se volvió un estilo de vida.

Ironman Los Cabos
Los días previos al Ironman Los Cabos sentí el nerviosismo normal de antes de estos eventos, pero también me sentía con mucha más confianza que el año anterior. El 30 de Marzo comenzó la prueba con un arranque masivo en la playa Palmilla a las 7:00am, con cerca de 1,100 atletas participando. Logré nadar en 8 minutos menos que el año anterior. El recorrido en bicicleta fue de tres vueltas de 60km sobre la Carretera Transpeninsular entre San José del Cabo y Cabo San Lucas. Mucho sol, mucho calor, bastantes subidas, pero afortunadamente poco viento. Aquí bajé otros 6 minutos. Finalmente, la parte de correr fue de tres vueltas de 14km a lo largo de San José. El apoyo de los voluntarios y de la gente que salió a animarnos hizo toda la diferencia. Terminé después del atardecer y crucé la meta 25 minutos más rápido que el año pasado. Al cruzar la meta, escuché que en los altavoces dijeron: “David Liaño, ¡eres un Ironman!”. Hacen esto con todos los competidores, desde el primer lugar hasta el último que cruza la meta. 

Meta

La siguiente aventura la tengo pendiente desde hace ya muchos años e iniciará en poco tiempo: recorrer a pie el Camino de Santiago en España. Este es el nombre genérico de varias rutas de peregrinos que inician en diferentes países de Europa pero terminan en Santiago de Compostela, en Galicia. Yo estaré siguiendo el Camino Francés que comienza en St. Jean Pied de Port en Francia y que mide aproximadamente 800km (de ser posible, me gustaría continuar caminando hasta Finisterre). Es común que la gente se tome cinco o seis semanas en completar este recorrido pero yo tengo planeado hacerlo en poco menos de dos semanas, caminando en promedio 50km por día. Sobra decir que no lo haré por motivos religiosos (no sigo ninguna religión). La gente que hace esta travesía por lo general trata de darle un toque místico y espiritual. Esa parte no me interesa. Simplemente lo hago por vivir una experiencia personal y por el placer de caminar cientos de kilómetros. No necesito otra razón.

Un mes después, en busca de nuevas aventuras.


Gracias por la paciencia. Ha pasado casi un mes desde que regresé de emergencia a Acapulco durante el intento de circunnavegación. Durante ese tiempo he tenido oportunidad de meditar sobre lo ocurrido en los últimos días del viaje y en los días siguientes.

Eran alrededor de las ocho de la noche de ese 17 de octubre cuando logré ver las primeras luces de la costa de Guerrero y en específico el resplandor del puerto de Acapulco. El dolor y la incomodidad en el abdomen que inició una semana antes continuaba tan intenso como en el peor momento pero sentía un gran alivio en pensar que en pocas horas estaría en tierra, recibiendo atención médica e incluso si tuviera una insuficiencia renal tendría bajo cuidado. Las horas pasaban lentas pero finalmente el Champ llegó a la entrada de la bahía de Acapulco. Eran las 2:30 de la mañana del 18 de octubre y gracias a la luna llena fue más fácil la entrada al Club de Yates pero no dejó de ser peligroso el esquivar los barcos que se encontraban fondeados afuera. Lo último que necesitaba era tener una colisión en la oscuridad. En el muelle se encontraban Ricardo y Lulú, quienes me ayudaron con las amarras para dejar asegurado al Champ. Tardamos menos de cinco minutos en asegurar el velero, cerrar las escotillas y dirigirnos hacia el Hospital Magallanes a través de un Acapulco completamente vacío.

En el hospital ya me esperaban y el urólogo que posteriormente me atendió ya había dejado instrucciones para que me atendieran. Me pasaron a la sala de urgencias y de inmediato me colocaron un catéter en la muñeca en donde me pasaron un litro de suero y las medicinas para el dolor de abdomen que ansiaba desde hace días. Tan solo media hora después de que me ingresaron ya sentía una mejora significativa. Luego siguieron varios estudios durante la noche incluyendo radiografías (para descartar otro cálculo en el riñón), análisis de sangre (en donde se reflejaba que tan bien estaban trabajando los riñones), análisis de orina y finalmente un ultrasonido. Mientras ocurría todo esto recibía a través del catéter una cantidad considerable de medicamentos, y por fin recibí un diurético y un dilatador de vías urinarias. No me explico cómo pude pasar toda una semana en la que tomaba por lo menos tres litros de agua al día sin haber orinado una décima parte de eso. Pero al momento que surtieron efecto el diurético y el dilatador comenzaron a salir lo que me parecieron todos los litros acumulados. Pasé el resto de la madrugada en una oscura y vacía sala de urgencias acostado en una camilla, completamente agotado pero sin poder dormir.




Alrededor de las ocho de la mañana llegó el urólogo y tras hacerme una revisión y estudiar todos los análisis determinó lo siguiente:

Por mi historial de cálculos en los riñones de tantos años, piensa que mientras navegaba tuve una piedrita que me provocó una infección en ambos riñones. En el ultrasonido se observaban los riñones bastante inflamados. El haber tomado los antibióticos me ayudó a controlar la infección pero también me provocó una gastritis severa que agravó los síntomas. Afortunadamente no parecía haber daño permanente en los riñones y funcionaban normalmente.

Tras varias horas más recibiendo medicamentos fui dado de alta alrededor de las 11:00am y salí del hospital no sin antes llevarme recetas para los cuatro medicamentos, incluyendo un antibiótico diferente, que tendría que tomar en los siguientes días.

Regresé a la Ciudad de México sintiéndome adolorido y apaleado. Aunque mi ánimo era bueno, tenía la sensación de haber sido parte de una pelea en la que no necesariamente salí ganando. En cualquier otra ocasión hubiera empezado a hacer ejercicio de nuevo casi de inmediato pero me sentía tan dañado que pasaron casi dos semanas para que empezara de nuevo a correr y a andar en bicicleta. Visité a mi neurólogo y me mandó a hacer una tomografía en la que confirmó que no hubo daño permanente en los riñones, lo que me dio mucha tranquilidad. Pero en el fondo sabía que no intentaría en las próximas semanas volver a salir para un nuevo intento. Por este año no habría circunnavegación. Me reincorporé de lleno a mi trabajo, tratando de compensar el tiempo que estuve fuera.

A pesar de que llegué a recuperarme físicamente y de estar completamente convencido de haber tomado la decisión adecuada, la de regresar a buscar atención médica de inmediata, sentía una especie de vacío que pronto identifiqué como algo alarmante: no tenía enfrente ninguna meta que me estuviera motivando. Durante cinco años y tres intentos estuve luchando por lograr el histórico doble ascenso al Everest. También durante dos años y medio estuve planeando la circunnavegación. Pero por primera vez en mucho tiempo me encontraba sin un objetivo real. Entonces decidí comenzar a planear una travesía en bicicleta en solitario (siendo autosuficiente y sin apoyo) través de Nepal en la que recorrería la parte central de ese país, desde la frontera con Tíbet y hasta la frontera con India, regresando a Katmandú en bicicleta. Además, pasaría 4 días en Pokhara volando en parapente en los Himalayas y tomando mi curso de vuelo tándem (para poder llevar pasajeros). Comencé a conseguir mapas, a analizar rutas y distancias y armé mi plan. Ya tengo un nuevo objetivo.

A finales de Noviembre estaré volando hacia Nepal para iniciar este recorrido en el que sí habrá un reto físico (son 850km en partes de los Himalaya) pero en el que también tendré oportunidad de apreciar por primera vez la diversidad cultural de Nepal a pesar de haber estado en ese país durante una docena de veces. Estaré escribiendo todos los días durante el recorrido y compartiendo fotografías para compartir esta extraordinaria experiencia como si la estuvieran viviendo conmigo.

 

16 de Octubre: Noche difícil y próxima llegada a Acapulco

En las últimas 24 horas he pasado de disminución gradual del dolor a un aumento de las molestias y espasmos a pesar de seguir tomando el antibiótico. De pronto me comenzó a doler el lado izquierdo del abdomen y espalda, y hoy por la mañana desapareció pero lo vino a remplazar un dolor en la parte baja del lado derecho del abdomen. Siento inflamada toda esa región. La buena señal es que he estado orinando con un poco de más facilidad.

Hoy cumplo siete días de haber comenzado a sentir estas molestias e incomodidades y cuatro días desde que tomé la decisión de no continuar con la circunnavegación y de dirigirme a toda velocidad hacia Acapulco. Gracias a esta decisión, me encuentro a menos de 90 millas náuticas (160km aproximadamente) de la costa. Al parecer la llegada será en las primeras horas de la madrugada del jueves y lo más probable es que me dirija directamente al hospital para recibir atención médica. De haber pensado en que posiblemente fuera un cálculo en un riñón o una infección en vías urinarias, tengo enfrente la sombra de una insuficiencia renal o algo de ese estilo y habría que atenderlo sin demora.

La de ayer fue una noche maravillosa en el mar, con la luna casi llena iluminando todo alrededor, pocas nubes y un mar sin viento y en calma. Tranquilidad que rompía únicamente el motor del Champ. Era después de la media noche y mi mente seguía trabajando sin parar, pensando en todos mis achaques mientras observaba la luna brillar sobre el mar. Sin poder dormir y decidí bajar por la enorme bolsa con las cartas que recibí de tanta gente linda. Eran las cartas que estaba reservadas para el día que más desanimado me sintiera durante el viaje y no había mejor momento para abrirlas.

Fue emocionante abrir cada uno de los sobres y leer las palabras que tantas personas se tomaron la molestia de escribir, en las que amablemente me compartían consejos, frases, anécdotas y demás mensajes en los que me transferían un poquito de su felicidad y de esa forma llenar el hueco que dejaba esta situación difícil. Mi más sincero agradecimiento a todos los que se tomaron el tiempo para mandarme estas notas que le dieron luz a mi noche oscura.

15 de Octubre: Comienza la recuperación y algunas reflexiones.

Después de seis largos días de espasmos y de dolor en el abdomen y en la parte baja de la espalda, parece que el antibiótico está funcionando y han comenzado a disminuir las molestias. Aún continúo con serias dificultades para orinar. A pesar de eso, innegable que poco a poco mi cuerpo va sanando. Pero algo que no me ha abandonado es el ánimo. No existen sentimientos de decepción, ni enojo, ni frustración. No tengo duda de haber tomado la decisión adecuada. Voy regresando con la mejor actitud y con la frente en alto.

Hace unas semanas, una persona a la que aprecio mucho me ayudó a poner en perspectiva que las aventuras se definen como tal porque el resultado es incierto. Si hubiera completa certeza del desenlace, entonces estos proyectos perderían gran parte de lo que los vuelve interesantes. Y al final, pienso que aunque el proyecto no termine de la forma en la que nos lo planteamos, esto no representa un fracaso. Para mi, un fracaso sería vivir una vida ordinaria y sin sentido. Intentar este tipo de retos, aunque al final no tenga éxito, me hace tener una vida llena de experiencias.

México se ve ya muy cerca en las cartas de navegación y hemos tenido un avance constante. Cuando hay buen viento salen las velas y cuando no lo hay entra en marcha la vela de acero (el motor).

¿Qué me espera en los siguientes días? No lo se. Lo primero será que me revise un especialista y tal vez que me saquen un ultrasonido. De ahí en adelante no tengo idea de qué pasará en los siguientes días pero iré tomando decisiones en cuanto vaya pudiendo. Lo único cierto es que cuando vuelva a entrar al puerto de Acapulco tan solo 12 días después de haber zarpado lo haré con muchas experiencias y lecciones que no tenía antes de partir.

Mañana estaré abriendo las cartas que amablemente me mandaron cientos de personas para ser abiertas cuando tuviera un día difícil. Sus palabras me acompañarán en ese último día en el mar. Mi más sincero agradecimiento a todos ellos.

Octubre 13: Un doloroso e incómodo regreso

El regreso hacia Acapulco continúa a veces a vela y cuando disminuye el viento con motor. Pero las molestias que iniciaron hace 4 días continúan. A veces el dolor se me pasa de la parte de adelante del abdomen hacia la la espalda baja. A veces me duelen ambos lados y en ocasione sólo un lado. Pero la incomodidad está ahí. No aguanto estar sentado mucho tiempo y la posición que más tolero es estar acostado. También tengo problemas para orinar. Hoy tuve otra llamada con el doctor quien evaluó los síntomas nuevamente y me comentó que lo más probable es que sea una infección en las vías urinarias o una piedra en el riñón. De ambas cosas ya había padecido anteriormente pero en esta ocasión los síntomas han sido mucho más fuertes que antes. De las tres dosis que llevo del antibiótico, el doctor me comenta que debería dejar de sentir dolor y los otros síntomas entre la 6ta y 7ma dosis. Eso quiere decir que serán por lo menos dos días más de dolor. Pero lo bueno es que, a pesar de todas estas incomodidades y de ser los síntomas más severos que antes, puedo no tener mayores complicaciones.

Es una pena que en un día tan maravilloso como hoy, soleado, con buen viento y mar en calma, tenga que estar navegando hacia el norte en vez de continuar el avance hasta el sur. Sin embargo, no tengo ninguna duda de la decisión que tomé ayer. Durante mi vida he sido siempre muy conservador al momento de tomar decisiones en momentos críticos como ayer. Nunca he sufrido un accidente grave, ni he tenido congelamientos. Escalando en el Everest en 2011, dejé ir al oportunidad de llegar a la cima por cuarta ocasión (ahora ya he subido cinco veces) ya que las circunstancias se me hicieron poco seguras y decidí descender cuando estaba a 8,500 metros de altura. Tampoco me arrepiento de esa decisión. El no tener patrocinios ni compromisos también hace que las decisiones sean por los motivos adecuados.

Obviamente no me gusta fracasar en lo que emprendo. A nadie le gusta. Incluso la frase que tomé prestada del Ché Guevara y que uso a veces como mantra es: hasta la victoria, ¡siempre! Pero el siempre de la frase del Ché no significa que siempre saldremos victoriosos, sino que la actitud que hay que tener es el de siempre salir a buscar la victoria. Así salí. Pero también he aprendido con los años que hay que escoger las batallas. Por ahora me estoy retirando de ésta para atender mi problema de salud, analizar la situación y tomar una decisión. A pesar de todo, siento que esta es una retirada con dignidad.

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Decis?=
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Hoy S=E1bado 12 de Octubre, alrededor de las 7:00pm hora de M=E9xico tom=E9=
la decisi=F3n de retornar de inmediato a Acapulco. La decisi=F3n se debe =
a un dolor que he tenido en el abdomen desde el jueves pasado y que me ha =
tenido intranquilo durante varios d=EDas. Tengo un historial de piedras en=
el ri=F1=F3n y al principio pens=E9 que era eso. Pero este es un dolor ex=
tra=F1o, aunado a una sensaci=F3n como de presi=F3n o vac=EDo debajo de la=
s costillas. Hoy en la ma=F1ana tuve una conversaci=F3n a trav=E9s del tel=
=E9fono satelital con el m=E9dico internista que ha tratado a mi familia d=
esde a=F1os. Estoy tomando antibi=F3ticos espec=EDficos para asuntos gastr=
ointestinales pero la medicina para quitar el dolor en el abdomen no la tr=
aigo por lo que la incomodidad contin=FAa. Vamos regresando en una ruta di=
recta y con motor.

Viendo mis cartas de navegaci=F3n, si continuara hacia el sur, e incluso a=
l sureste, tardar=EDa varios d=EDas en acercarme a un punto en Centro o Su=
dam=E9rica que estuviera m=E1s cerca de lo que Acapulco se encuentra ahora=
=2E Costa Rica est=E1 a unas 800 millas y Panam=E1 a 1,000. Acapulco a tan=
solo 565. No necesito atenci=F3n m=E9dica urgente por el momento pero es =
reconfortante saber que de ser necesario, me estoy acercado a la ayuda en =
vez de alej=E1ndome. Hoy por la tarde tuve un encuentro interesante que me=
deja m=E1s tranquilo. Despu=E9s de la comida escuch=E9 el ruido de una ae=
ronave y sub=ED a la cubierta para encontrarme un helic=F3ptero color nara=
nja con un par de pontones para aterrizar sobre el agua. Era un helic=F3pt=
ero de b=FAsqueda y rescate. El helic=F3ptero dio dos vueltas y se alej=F3=
=2E Luego vi que estuvo girando alrededor del mismo punto a unos 5km de di=
stancia durante una media hora hasta que lo perd=ED. El punto es que de co=
nvertirse en algo cr=EDtico, la ayuda est=E1 cerca y eso me va a dejar dor=
mir mejor en la noche.

En los siguientes d=EDas, tal vez nos lleve 4 o 5 regresar, tendr=E9 oport=
unidad de analizar todo esto que est=E1 sucediendo y de compartir todo lo =
que voy pensando. Ya despu=E9s de que haya atendido esta situaci=F3n ver=E9=
que suceder=E1 con la circunnavegaci=F3n. Por lo pronto el tema que me oc=
upa es el de mi salud.