14 y 15 de Septiembre: tormentas, navegación y grito de independencia

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Algo que se ha vuelto indispensable en estas épocas para realizar una travesía larga navegando es contar con reportes y pronósticos meteorológicos durante la ruta. Hemos estado recibiendo información de Commander's Weather a través del correo electrónico y al principio los recibíamos cada cuatro días. Pero cuando ha habido sistemas meteorológicos que pueden ponernos en riesgo, los hemos recibido cada dos días. Adicionalmente hemos estado recibiendo información a través del radio VHF ya que la agencia NOAA del gobierno de los Estados Unidos tiene canales dedicados a difundir reportes y pronósticos específicamente para la navegación.

Gracias a la información recibida, en los últimos días evitamos una banda de vientos de más de 30 nudos a lo largo de la costa sur de California y nos dirigimos en una dirección más al sur. Pero ahora estamos siguiendo con gran atención y cuidado a la tormenta tropical Manuel. Sabemos que tocará tierra esta tarde pero también se pronostica que pueda salir al mar de nuevo mañana y dirigirse hacia el Mar de Cortés o hacia la Península de Baja California, tomando fuerza.

Por ahora continuaremos nuestro rumbo hacia el SE, pasando entre la Isla Guadalupe y la Bahía de Tortugas, siguiendo hacia Cabo San Lucas. Pero en caso de que Manuel se fortalezca y se dirija hacia acá, es probable que tengamos que parar en algún lado hasta que pase.

Hoy 15 de Septiembre pasaremos la noche en aguas Mexicanas. Tengo esperanza de que con alguno de los radios podamos sintonizar alguna estación de radio mexicana y que podamos escuchar la transmisión del grito de independencia. Aunque estaremos solos en el mar y no en alguna plaza como acostumbramos pasarla, será un gusto ya estar en México. 1,280 millas náuticas recorridas y 1,550 por recorrer.

12 y 13 de Septiembre. Más sorpresas, buen viento y primer análisis (no tan bueno)

(En caso de responder, favor de hacerlo en un correo por separado, sin el contenido original)

Parecía difícil poder mejorar el espectáculo de tantos y tantos delfines saltando alrededor de nosotros pero ayer en la mañana tuvimos otro encuentro que seguramente será único en nuestras vidas. El viento había cambiado y ahora soplaba del NO por lo que navegábamos con facilidad pero muy despacio. Durante el resto del día habría aumentado. Alrededor de las nueva de la mañana me encontraba leyendo con Ricardo en la cubierta del Champ cuando sin ningún aviso hubo un muy fuerte ruido en el agua a pocos metros de la popa del Champ. Estando completamente desprevenidos, nos sobresaltamos y al voltear ¡nos encontramos con una enorme ballena (creo que eran ballenas jorobadas) que salía del agua y se volvía a sumergir! Unos metros a su izquierda, otra ballena estaba saliendo del agua, soltando aire, y sumergiéndose. No dábamos crédito a lo que veíamos. Cuando estaban abajo del agua sólo se alcanzaban a ver sus aletas laterales que son de un color casi blanco. Volvieron a salir del agua, exhalar, inhalar y sumergirse, sacando su enorme cola antes de hacerlo.

Hace un poco más de un año, navegando por esta zona, nos tocó ver muy a lo lejos grupos de ballenas que salían a respirar unas tres o cuatro veces y se sumergían sin regresar. Estas salían una y otra vez, atrás del Champ, a un lado, al otro, a veces sólo sacaban la cara como para vernos y otras se sumergían muy profundo. Una de ellas se sintió muy confiada y trató de cruzar por la proa pero no alcanzó a librarla y nos empujó ligeramente hacia un lado. Estábamos tan cerca que alcanzábamos a ver todas las marcas en la piel y las incrustaciones que se les hacen y nos llegaba el olor de lo que exhalaban. La misma que llegó a tocar el barco se dedicó también a salir a la superficie, girar y quedar con la panza hacia arriba y volverse a sumergir. Todo esto una y otra vez a no más de cinco metros de distancia. En la primera oportunidad compartiré fotos y videos de este encuentro inolvidable. Tras casi dos horas de acompañarnos, se sumergieron y desaparecieron. Sólo hubo una tragedia en todo este proceso, el celular de Ricardo. Estuvo usándolo para sacarles foto y video, y en una ocasión se lo colocó en la bolsa de la chamarra, giró y este cayó al mar. Hasta siempre, iPhone.

Los vientos fueron tan constantes y la dirección tan consistente que llevamos casi 24 horas sin hacer cambios de velas. Para ponerlo en perspectiva, en días anteriores habíamos estado haciendo entre 6 y 10 cambios para navegar de la forma más eficiente. Otra cosa que también ha cambiado hoy es que por primera vez en una semana el día está despejado y tenemos sol. El cielo había estado permanentemente nublado y se aprecia mucho ver el azul. También el mar cambió de un tono gris a un azul profundo y, pues, marino.

Este viaje desde Seattle hasta Acapulco tiene un doble objetivo. Primero, llevar al Champ al puerto desde donde tengo planeado iniciar y terminar la circunnavegación. Segundo, asegurarme de que todo esté funcionando bien para no tener sorpresas durante el viaje grande. Después de todos estos días navegando me he ido encontrando con algunas cosas que no me gustan y que indispensablemente tendrán que ser modificadas. Algunas de ellas llevarán no más de unas horas pero otras pudieran llegar a ser proyectos que duren semanas:

-Arreglar la veleta de dirección que fue fuertemente dañada en la tormenta y necesita soldadura en varios puntos. Después tendrá que ser probada.
-Carga insuficiente del generador de electricidad a través de viento
-Mala posición de los paneles solares que seguramente requerirán ser colocados en una estructura por separado y agregar un par de paneles más por carga insuficiente.
-Sustituir la estructura de la cabina por una que sea rígida que aguante vientos fuertes. Durante la tormenta, retiré los paneles frontales de la que tiene ahora el Champ pero los paneles laterales sufrieron daños.
-Sellar perfectamente el área de la escalera de entrada a la cabina del Champ ya que cuando rompieron algunas olas encima o cerca entraba bastante agua.

Por otro lado tengo una fecha límite para salir a la circunnavegación para encontrar las condiciones más favorables para rodear Cabo de Hornos y navegar por los mares del sur. Es una ecuación que estaré trabajando en los siguientes días en el mar. Por lo pronto hemos navegado 1,034 millas náuticas y nos faltan aproximadamente 1,759 por recorrer.

11 de Septiembre: Algunos visitantes y ejercitando la paciencia

Ayer por la noche el viento era ligero y venía del SE, justo hacia donde nos teníamos que dirigir. La tormenta nos había dejado completamente agotados y necesitábamos descansar aunque fuera un par de horas antes de continuar. Para esto, usamos una técnica en la que una de las velas del Champ lo "empuja" hacia delante y la otra lo detiene y el efecto es ir derivando muy lento. Alrededor de la una de la mañana, habiendo descansado algo, tratamos de continuar navegando pero el viento era tan variable y tan ligero que realmente no conseguimos avanzar mucho desde el Cabo Montesino.

Con el amanecer vino un ligero cambio en el viento que nos permitió alejarnos de la costa en una dirección SE. Muy, muy despacio. También recibimos el pronóstico del tiempo que anunciaba que el resto del día y la noche no podríamos avanzar mucho. Pero mañana desde temprano se pronostica un cambio con vientos del NO favorables y que nos llevarán hasta Acapulco. Sin embargo, nos sugirieron continuar nuestro rumbo alejados de la costa por una posible tormenta entre San Francisco y Los Ángeles. Así seguiremos en la mañana. Por lo pronto, a tener paciencia que los vientos favorables llegarán pronto.

Tuvimos tres visitas el día de hoy. La primera, y más impresionante fue un grupo de delfines. Tal vez cientos de ellos que se la pasaron alrededor de nosotros durante más de una hora. Este viaje nos tocó ver un par de orcas saliendo del estrecho de Juan de Fuca y el año pasado, por estas costas, vimos grandes ballenas nadando junto a nosotros. Delfines hemos visto seguido. Pero ahora fue algo inusual y espectacular ya que a unos 100 metros alrededor de nosotros los veíamos saltar fuera del agua y volverse a sumergir una y otra vez. Parecía que lo que más les gustaba era sumergirse justo antes de la proa del Champ y cruzar por enfrente de ella. La segunda visita fue de otro grupo de delfines, pero tal vez unos 10 nada más.

La tercera visita fue una bastante extraña. Hemos de estar a unos 100km de la costa pero de pronto le calló encima a Ricardo un pequeño pájaro. No se veía lastimado pero sí muy cansado ¿Cómo llegó hasta acá? No era del tipo de aves que normalmente se ven en el mar. Tratamos de no espantarlo pero se veía muy tranquilo. Tratamos de darle agua pero no tomó ni quiso comer los pedacitos de cereal que le pusimos alrededor. Como 20 minutos estuvo tranquilo y cuando comenzaba a preguntarme si tendríamos que cuidarlo hasta que nos acercáramos a la costa abrió las alas y despegó. Lo vimos dar una vuelta en el aire y volver a tratar de aterrizar en el Champ. Pero al no lograrlo, se volvió a elevar y se fue.

En otro rato con vientos de 5 nudos saqué el papalote y lo volé desde la popa del Champ. Creo que sí podrá sostener una cámara GoPro pero dejaré ese intento para otro día.

10 de Septiembre, fin de la tormenta

¡Que intensas estuvieron las últimas 48 horas! A pesar de ir derivando lentamente con la estrategia que usamos, las olas eran de unos 4 o 5 metros y algunas rompían alrededor de nosotros por las rachas de viento de hasta 48 nudos (casi 90km/h). Y el movimiento dentro del Champ era tan intenso que cualquier objeto que no hubiéramos asegurado se convertía en un proyectil. De cualquier forma, Ricardo y yo logramos soportarla sin marearnos. No es fácil pasar tanto tiempo dentro de la cabina y a esperar a que pasen las horas, con el anhelo de que termine esto pronto y que vaya mejorando el clima. Pero no mejoraba.

En estas circunstancias es importante mantenerse dentro del velero y evitar salir a la cubierta. Y en caso de hacerlo, siempre con chaleco, arnés y asegurado. Las escotillas siempre quedan cerradas. En la mañana del día 10 tuve que salir para ajustar unos cabos que se habían soltado con el viento y me coloqué mi ropa de tormenta, botas, pantalón y chamarra, arnés y chaleco. Iba a ser cosa de un minuto: salir, ajustar, regresar. En cuanto salí a la cubierta, sentí toda la fuerza del viento y el impresionante ruido de la tormenta. Ricardo cerró la escotilla detrás de mi y me observaba por una pequeña ventana. No tenía ni 30 segundos de haber salido cuando una enorme ola rompió sobre la popa el velero y exactamente en el lugar en el que estaba parado. Fue un baño de agua helada y toda la bañera quedó llena. El agua me llegaba hasta las rodillas y rápidamente fue saliendo por los drenajes. Me asomé a la escotilla para avisarle a Ricardo que todo estaba bien y pero en ese momento, dentro del velero, le cayó sobre a cabeza un chorro de agua que se metió por una de las ventilas.

Durante la noche, tuve que estar monitoreando el tráfico de barcos que carga que navegan por la costa y en tres ocasiones tuve que llamarles por el radio para decirles que estábamos derivando y que tendrían que moverse para evitarnos. También en la noche tuve oportunidad de hacer una lista de cosas que deben de ser modificadas y mejoradas en el velero antes de el viaje largo, y desafortunadamente no es una lista corta.

Hoy en la madrugada comenzó a descender la velocidad del viento y a las 6:00am ya era de unos 20 nudos. Las olas ya también habían disminuido y raramente rompían. Antes de volver a sacar las velas y navegar tuvimos una muy difícil tarea. La de recuperar los casi 100 metros de cabo con 80 pequeños conos que veníamos arrastrando. Nos llevó dos horas.

En el resto del día, mejoraron las condiciones y pudimos rodear el Cabo Mendocino y estamos a 170 millas náuticas al Noroeste de San Francisco. Vamos avanzando despacio porque desafortunadamente hoy el viento ha soplado del Sureste, justo hacia donde nos queremos dirigir. Nos falta un poco menos de 2,000 millas náuticas para llegar a Acapulco y unas 530 para entrar a aguas Mexicanas.

Del 5 al 9 de Septiembre

La salida de Port Angeles fue a las 5:45am con el motor funcionando perfecto. El día estaba despejado y nos encontramos poco tráfico de grandes barcos. Como el viento venía del Noroeste, no nos fue posible iniciar a vela y tuvimos que utilizar el motor durante la mañana. Navegamos por el estrecho de Juan de Fuca que separa las aguas entre Canadá y Estados Unidos. Alrededor de las dos de la tarde sentimos que las olas se volvían cada vez más grandes y largas. Las olas del océano. Una hora después llegamos al Cabo Flattery y a la Isla Tatoosh que marcan el punto más al Oeste de Estados Unidos (sin incluir a Alaska). A partir de ahí, nos dirigimos hacia el sur a pura vela y comenzamos a entrar en la rutina del mar. El marcar nuestra posición en la bitácora cada seis horas, preparar nuestras comidas cuando nos diera hambre, y monitorear la dirección e intensidad del viento. Pero lo más complicado para mi es la dificultad de tener que despertar cada 30 o 40 minutos durante la noche para monitorear el tráfico alrededor de nosotros y para ver que no hayan habido cambios significativos en el viento. Esa fue nuestra rutina del 5, 6 y 7 de septiembre.

Antes de salir de Port Angeles obtuvimos un pronóstico meteorológico que nos señalaba que a partir del domingo 8 y hasta el lunes 9 habrían condiciones de tormenta a lo largo de la costa norte de California. Teníamos la opción de parar en Newport, Oregon o de meternos a la tormenta. Se pronosticaban vientos de 35 nudos. Pensando en la preparación para la vuelta al mundo y que en algunas ocasiones tendré que encontrarme con condiciones similares, decidimos seguir. A medio día del domingo las olas eran ya de 4 metros y el viento llegaba a 25 nudos. Para un velero son mucho más peligrosas las olas que el viento y las olas comenzaban a romper alrededor de nosotros. Por eso decidimos iniciar una táctica de tormenta que consiste en soltar un Jordan Series Drogue, que es técnicamente un cabo al que están amarrados cientos de pequeños conos y sirve para frenar nuestro avance. Lo soltamos, bajamos nuestra vela y nos refugiamos dentro del Champ.

A momentos el movimiento fue muy intenso y era imposible pararse. Pero la táctica nos dio resultado y comenzamos a derivar a unos dos nudos de velocidad en dirección Suroeste. Llevamos casi 24 horas en la tormenta y estamos seguros. Todo va bien. Se espera que estos vientos continúen hasta mañana martes por la noche y que vuelvan a bajar a niveles de 15 a 20 nudos. Mientras tanto, vamos llevándola lo mejor posible y el Champ se comporta de maravilla.

Días uno y dos, de Seattle a Acapulco


3 de Septiembre

Llegó el día de partir de Seattle a Acapulco y para nosotros comenzó muy temprano en la madrugada. Habíamos pasado la noche en el velero y nos despertamos con una ligera lluvia que continuó intermitente durante toda la mañana. Ya habíamos dejado el Champ prácticamente preparado la noche anterior y fue poco trabajoso encender el motor, soltar las amarras y dejar la marina antes del amanecer. El mar estaba tranquilo y no había nada de viento por lo que durante el resto del día tuvimos que continuar a motor.

Es común que se junte tráfico de barcos de carga, cruceros, yates y veleros que van y vienen hacia el océano. Existen canales de navegación definidos pero siempre se vuelve una experiencia interesante navegar por esta agua y compartirlas con estos gigantes. La lluvia fue disminuyendo y poco a poco comenzaron a aparecer bancos de niebla en los que no teníamos visibilidad. Navegábamos con el GPS y monitoreando a los barcos que teníamos alrededor con un sistema llamado AIS. Pero de vez en cuando alcanzábamos a escuchar la corneta de algún gran barco que sonaba a la distancia y otras veces no tan lejos. Durante el trayecto tuvimos algunos problemas con el motor y llegamos a Port Angeles alrededor de las 8 de la noche, algunas horas más tarde de lo que habíamos pensado. Decidimos salir a cenar para celebrar nuestro primer día en el mar.







4 de Septiembre

Despertamos hoy un poco más tarde y desayunamos algo rápido con la tarea de cuanto antes conseguir un mecánico que nos apoyara a revisar el motor. Aunque haremos prácticamente todo el recorrido a vela, es importante tener un motor confiable en caso de emergencia o al momento de entrar a algún puerto. Tuvimos suerte de que en poco tiempo pudimos localizar a Mike Evans, mecánico de motores marinos de diesel. Tardó alrededor de una hora en darle una revisada y me dio gusto saber que durante el trayecto, cuando tuvimos los problemas, hicimos todo lo que estaba en nuestras manos por hacer para darle mantenimiento al motor. Todo esto quedó listo antes del medio día.

La segunda parte del día la dedicamos a hacer los trámites de aduana (para la salida del velero) y nuestra salida de migración. En Port Angeles hay una terminal del transbordador que cruza desde la isla Victoria en Canadá y están muy acostumbrados a la entrada y salida de turistas. Pero fue difícil explicarles a los agentes que un velero con bandera americana salía desde Port Angeles hasta Acapulco (normalmente el trámite de salida se hace en San Diego pero preferimos no parar), con tripulación mexicana que quería dejar Estados Unidos y aún pasar varios días en aguas estadounidenses sin tocar tierra. Hechas las aclaraciones, nos sellaron la salida en los pasaportes, entregamos nuestras formas I-94 y dimos por concluido este asunto. Caminando de regreso a la marina me encontré con una tienda en donde pude comprar algo que no había podido conseguir en los últimos días en Seattle: un papalote para volarlo desde el velero y colgarle la cámara GoPro. Será interesante hacer unas tomas aéreas del Champ.

Nuestra última tarea del día fue llevar al Champ al muelle donde se carga combustible y llenamos su tanque de 85 galones (320 litros). También traemos 15 galones (56 litros) más en pequeños botes en caso de que los llegáramos a necesitar.

Hoy trataremos de dormir temprano ya que zarparemos en la madrugada. Quiero que entremos a mar abierto a medio día para poder alejarnos de los canales de navegación y pasar una noche más tranquila y más segura. Si todo sale bien, la próxima vez que pisemos tierra será en Acapulco, México.

De Seattle a Acapulco: el plan e itinerario

 La vuelta al mundo navegando solo y sin paradas iniciará la primera semana de Octubre en Acapulco y terminará en ese mismo puerto meses después. Pero el Champ se encuentra en Seattle (en la costa Oeste de Estados Unidos y cerca de la frontera con Canadá) donde se le han ido haciendo todas las adaptaciones y mejoras necesarias para esta aventura. Por esto, el martes 3 de Septiembre saldré junto con Ricardo, mi papá, desde Seattle y con destino a Acapulco. En el camino no haremos paradas (excepto para obtener el despacho de salida en Port Angeles) y navegaremos día y noche durante 20 días aproximadamente para recorrer los cerca de 5,000 kilómetros que separan las aguas entre esas dos ciudades.

En Mayo de 2012 realizamos juntos en el Champ una cuarta parte de este recorrido cuando navegamos de Seattle a San Francisco. Durante el recorrido, ambos estaremos compartiendo todas las responsabilidades de navegación y será importante escuchar sus comentarios y consejos para aplicarlos una vez que me encuentre dando la vuelta al mundo solo.

Seattle es una ciudad junto al mar, en un brazo de agua del Océano Pacífico llamado Puget Sound. Para llegar al Océano, tendremos que recorrer 110 millas náuticas (200km) a través de canales de navegación relativamente estrechos, mucho tráfico de barcos comerciales. El brazo de mar después se convierte en el Estrecho de Juan de Fuca que separa Estados Unidos y Canadá. A la mitad de este estrecho, en un pequeño puerto llamado Port Angeles, nos detendremos para tramitar el despacho de salida del Champ y dar aviso a migración de nuestra salida. Después continuaremos hacia la salida del Estrecho y hasta el Océano Pacífico. Hasta ese momento todavía es posible que utilicemos el motor ya que gran parte del tiempo el viento sopla del Norte y no nos sería posible salir en esas condiciones pero ahí ya continuaremos navegando hacia el Sur a pura vela.

Durante este recorrido, estaré escribiendo tal vez diario o tal vez cada dos días, dependiendo de lo que me sea posible. Pero trataré de compartir esta experiencia de llevar al Champ desde Seattle hasta Acapulco, navegando con Ricardo y confirmando que en el velero ya está todo listo para iniciar esta vuelta al mundo sólo y sin paradas que iniciará en Octubre.



Ayuda, por favor.

Durante esta vuelta al mundo navegando sin hacer paradas estaré yo solo en el velero y obviamente uno de los retos más grandes a los que me enfrentaré será el de la soledad. De los relatos de personas que lo han hecho o intentado hay un factor común en todos ellos: siempre acaban pasando por periodos de depresión. En algunos es de pocos días y en otros puede llegar a durar semanas. Siento que tengo la fortaleza para enfrentar estos momentos difíciles pero también tengo la humildad para pedir ayuda. Aquí va:

  • - Me gustaría que me ayudaran dedicándome unos minutos para escribir dos cartas breves o notas que llevaré conmigo durante la circunnavegación. La primera de ellas será para abrirla en un día específico, el 19 de Diciembre, mi cumpleaños. Según los planes será pocos días después de haber rodeado una de las zonas más complejas de la ruta: Cabo de Hornos. La segunda, la abriré cuando llegue ese momento de depresión o que me sienta más desanimado durante el viaje.
Tengo confianza que leer algunas líneas de apoyo hará toda la diferencia y me ayudará a enfrentar este reto con mayor fortaleza.
La dirección a la que hay que enviar estas cartas por correo (no registrado) es:

David Liaño
Apartado Postal #24
CAP. Interlomas, Local N4 y N30 BIS
Blvd. Interlomas #5
Col. Lomas Anáhuac
Huixquilucan, Edo. Mex.
C.P.52781
México


Favor de marcar cada una de las cartas con un número 1 (para abrirse el 19 de Diciembre) y un número 2 (para el día que más ánimo necesite). Las cartas las recogeré en la última semana de Septiembre.

Sé que en esta época puede resultar algo complejo enviar cartas por correo tradicional pero agradeceré inmensamente el tiempo dedicado y prometo responder a puño y letra a cada una de ellas a mi regreso. Muchas gracias por tomarse esta molestia.
 

La ruta de la vuelta al mundo y las reglas


La primera semana de Octubre tengo planeado iniciar una circunnavegación veleando sólo, sin parar y sin asistencia. Para ser más claro, voy a dar la vuelta al mundo sin hacer ninguna parada (ninguna costa o puerto), únicamente impulsado por el viento, llevando todas las provisiones y comida conmigo desde un inicio y sin pasar por ninguno de los grandes canales (Panamá, Suez).

Aunque se podría pensar que el dar la vuelta al mundo es un concepto objetivo, a través de los años se han ido estableciendo una serie de criterios para definir en qué consiste una circunnavegación. Por ejemplo, imaginemos a un avión que vuela a lo largo del ecuador  y regresa hasta el mismo punto donde inició. Ahora consideremos un segundo escenario en el que el mismo avión vuela alrededor de Antártica cerca del polo sur y también regresa hasta el mismo punto en que inició. En el segundo caso, la distancia recorrida será tal vez sólo una quinta parte de distancia transitada por el primer avión aunque alguien podría decir que ambos viajaron alrededor del mundo. También, como los continentes no permiten hacer una navegación ininterrumpida a lo largo del ecuador, se han tenido que definir cuáles rutas sí califican como una vuelta al mundo y cuáles no.

El Consejo Mundial para Récords de Velocidad a Vela (WSSRC) es el organismo que se ha encargado de reunir las reglas acordadas. En mi caso, para que se considere una circunnavegación veleando sólo, sin parar y sin asistencia tendré que cumplir con lo siguiente:

1.- No deberá haber mas que una persona a bordo.
2.- No podré reabastecer mis provisiones en ningún momento.
3.- Deberé iniciar y terminar en el mismo puerto. En mi caso será Acapulco en la costa del Pacífico mexicano.
4.- Deberé cruzar todos los meridianos por lo menos una vez y podré cruzar algunos de ellos (pero no todos) más de una vez.
5.- La distancia mínima de la ruta que siga deberá medir por lo menos 21,600 millas náuticas (aproximadamente 40,000 kilómetros). Aquí se vuelve más técnica la regla porque la distancia mínima cuando pase alrededor de Antártica se deberá medir como si navegara en el paralelo 63º. Y esta regla también establece que podré usar un punto fijo (isla) a la cuál rodear para poder extender la distancia mínima y lograr esas 21,600 millas náuticas.

Por todo lo anterior, la ruta que seguiré durante la vuelta al mundo será la siguiente:

Navegando de Oeste a Este (de izquierda a derecha en el mapa)

-Salir de Acapulco dirigiéndome directamente al sur.
-Girar hacia el Sureste y rodear Cabo de Hornos (el punto más austral de América).
-Dirigirme al Noreste hasta rodear la isla Santa Helena en el Atlántico Sur. Este será el punto fijo con el que extenderé la distancia mencionada en la quinta regla.
-Virar hacia el Sureste y rodear Sudáfrica.
-Continuar navegando de Oeste a Este por los mares del sur, siguiendo las corrientes y vientos predominantes, pasando al sur de Australia, Tasmania y Nueva Zelandia, permaneciendo en esa ruta por el Pacífico Sur.
-Al acercarme a Sudamérica, dirigirme al Norte para regresar nuevamente a Acapulco.

Existe un reto adicional: el velero actualmente se encuentra en Seattle, en el Noroeste de Estados Unidos y durante el mes de Septiembre navegaré con mi papá para traer el Champ hasta aguas mexicanas antes de iniciar la circunnavegación. Esta parte del recorrido viene marcada en el mapa en color azul.

Me encuentro a dos meses del arranque de esta gran aventura, trabajando exhaustivamente en toda la logística y compra de provisiones. Todo esto aunado a mi trabajo regular. Lo que me mantiene motivado es que ya pronto estaré en el mar y viendo el resultado de todas estas horas y horas de trabajo.

Durante las próximas semanas estaré platicando de las provisiones que llevaré y de cómo estaré en comunicación durante la travesía.

¿Por qué el velero se llama Champ?


Cuando obtuve el préstamo que me permitió comprar el velero para dar la vuelta al mundo en solitario, sin hacer paradas y sin asistencia, en Diciembre de 2011, tuve que comenzar a pensar en qué nombre le iba a dar. Hasta ese momento el velero se llamaba Charm (amuleto). Pero como el velero sería mi compañero, vehículo y amigo en esta travesía alrededor del mundo, quería darle un nombre que realmente significara algo personal. Hay muchas supersticiones sobre cambiarle de nombre a un barco pero no hice caso de ellas. Preparé una lista con posibles nombres y después de un largo proceso me decidí por el primer nombre que escribí en la lista: Champ (campeón, en Inglés). Pero no es un nombre que se me ocurrió espontaneamente. Champ tiene una historia y una tradición:

A finales de los años 80’s uno de mis tíos estaba navegando con amigos suyos por las costas de Huatulco. Al llegar a la Bahía de Santa Cruz se encontró con que había un par de mástiles que salían del agua de un velero hundido cerca de la playa. Después de investigar con las personas de la zona se enteró de que el velero llevaba tan solo pocos días de que se había hundido pero llevaba mucho tiempo abandonado, anclado en la bahía. Lo más probable es que, tras un tiempo abandonado, las personas de la zona comenzaron a subirse y a llevarse partes hasta que alguien jaló alguna manguera que hizo que el velero se hundiera. Mi tío esnorqueleó y encontró la matrícula del velero hundido. Hasta se momento se llamaba La Strega, es decir, La Bruja, en Italiano. De regreso en la Ciudad de México, mi tío estuvo investigando y encontró que el velero posiblemente había sido usado para narcotráfico y que, como estaba obstruyendo la navegación del puerto, al sacarlo del agua podría ser el nuevo propietario.

Mi tío llevaba años buceando con mi papá y con sus otros hermanos y armaron un plan para sacar ese velero del fondo del mar. En ese entonces yo tenía unos ocho años pero recuerdo con mucho cariño esa aventura. Me acuerdo que colocaron un cabo que iba desde la playa hasta el velero hundido y eran tal vez unos 100 o 200 metros de distancia. Iba y venía. Utilizaban tambos de 200 litros agrupados en paquetes de tres y colocados a ambos lados del velero, de una manera muy ingeniosa. A mis ocho años me iba nadando de la playa al velero donde veía a el equipo de buzos trabajando. Desafortunadamente tuve que regresar a la escuela antes del momento en que el velero hundido regresó a la superficie.
 
Durante las semanas que estuvimos en Huatulco, mi papá y mis tíos tenían la costumbre de llamar a todos sus sobrinos (incluyéndome a mi) “campeón”. Así nos llamaban a todos. Era inevitable que cuando el velero estuvo finalmente a flote, decidieron llamarlo Champ.
Tengo extraordinarios recuerdos  del Champ. En él aprendí a velear y durante más de dos décadas tuvo su casa en el Club de Yates de Acapulco. Tengo recuerdos de noches en Acapulco de mucho calor, compartiendo una hamaca con mi papá en la cubierta del Champ. Pero, como suele ocurrir en la vida, el Champ cumplió su ciclo y mi papá y tío decidieron venderlo hace un par de años.

 Por eso, cuando hice mi lista de posibles nombres para el nuevo velero, el primero que escribí fue Champ. Hubieron otros pero pronto fueron descartados. El “nuevo” Champ será mi casa, mi amigo, mi refugio y compañero durante los siete u ocho meses que pase navegando alrededor del mundo y me siento orgulloso de seguir con esa tradición que tantas aventuras le ha traído a la familia.

Como dato curioso, el siguiente nombre que le hubiera dado al velero hubiera sido Tortuga.