Nuevamente en Katmandú


Acercándonos a Tokio

El viaje de 36 horas desde la Ciudad de México hasta Katmandú fue mucho más tranquilo de lo que esperaba, haciendo escalas en Houston, Tokio y Bangkok. Me ayuda mucho que durante el vuelo trato de, por lo menos una vez cada hora mientras estoy despierto, tomar agua y pararme a caminar un poco. También, el tiempo que paso en los aeropuertos durante la escala lo aprovecho para recorrerlos caminando de lado a lado. Se podría pensar que en el último vuelo, el de Bangkok a Katmandú ya estaría cansado y con la espalda y cuello adolorido después de tantas horas de viaje pero me sentía perfectamente y con una emoción y mucha expectativa de la llegada a Nepal. Y es que desde hace semanas he tenido una sensación de que esta temporada conseguiré lograr mis metas pero esta impresión fue cada vez más fuerte mientras el avión hacía su descenso final hacia el valle de Katmandú.

Las tres maletas
El trámite de migración a la llegada suele ser tortuoso, con largas filas, pero tuve la fortuna de ser el primero en formarme. Luego, tuve la grata sorpresa de que no solo llegaron mis tres maletas sino que fueron de las primeras en salir. Desde el inicio de la expedición todo estaba saliendo perfectamente. Fue tan solo a principios de Diciembre del año pasado que recorría estas mismas calles desde el aeropuerto hasta el hotel y de alguna manera sentía como si no me hubiera ido. Ya en el hotel, me dio gusto volverme a encontrar con tanta gente con la que he convivido durante casi diez años de expediciones a los Himalaya. Es un grupo pequeño de gente que año tras año regresa a estas montañas, algunos por trabajo y otros porque es su pasión, y es reconfortante sentirme parte de esta pequeña comunidad.

Alrededor de las tres de la tarde comencé a sentir el cansancio normal de la diferencia de horario de casi doce horas con la Ciudad de México y por fin me alcanzó el agotamiento acumulado del viaje. Un café espresso me ayudó a aguantar algunas horas más despierto mientras desempacaba y organizaba parte de mi equipo pero al final me venció el sueño alrededor de las nueve de la noche. Me encontraba de regreso en Nepal, siguiendo mis sueños y con una gran expectativa de lo que traerán los próximos dos meses de la expedición al Everest para buscar el doble ascenso.



Hotel Yak & Yeti en Katmandú